M. Teresa Anguera Argilaga (2000). DEL REGISTRO NARRATIVO AL ANÁLISIS CUANTITATIVO: RADIOGRAFÍA DE LA REALIDAD PERCEPTIBLE..En: Ciencia i cultura en el segle XXI. Estudis en homenatge a Josep Casajuana (pp. 41-71). Barcelona: Reial Academia de Doctors.

 

M. Teresa Anguera Argilaga

Facultad de Psicología

Universidad de Barcelona

 

 

1.      Introducción

 

En el ámbito de las Ciencias del Comportamiento, una de las grandes polémicas que dividió tradicionalmente el posicionamiento de los investigadores, fue la tradicional oposición entre la metodología cualitativa y la cuantitativa. Durante décadas se han vertido ríos de tinta para argumentar las bondades de una u otra, y habitualmente desde planteamientos rígidos y encastillados. Desde hace algún tiempo ha ido adquiriendo fuerza la tesis de la necesaria complementariedad entre ambos, en la cual siempre hemos creído (Anguera, 1985a, 1986a, 1995a, 1999),  y en este trabajo nos proponemos mostrar la génesis procedimental que parte de la realidad perceptible, pasando por su registro descriptivo, y llega a su preciso análisis cuantitativo, y sin olvidar el previo control de la calidad del dato.

 

Desde la década de 1960 resurgió el empleo de los métodos cualitativos con enorme profusión. Lo que alguna vez fue una tradición oral de investigación cualitativa ha quedado registrado en monografías (Lofland, 1971, 1976; Schatzman & Strauss, 1973; Van Maanen, Dabbs & Faulkner, 1982) y compilaciones (Emerson, 1983; Filstead, 1970; Glazer, 1972; McCall & Simmons, 1969). También se publicaron obras que examinan los fundamentos filosóficos de la investigación cualitativa (Bruyn, 1966), relacionan los métodos cualitativos con el desarrollo de la teoría (Glaser & Strauss, 1967) y contienen relatos personales de las experiencias de los investigadores en el campo (Johnson, 1975; Douglas, 1976).

 

Los enfoques de educadores, pedagogos, psicólogos, sociólogos, antropólogos y otros estudiosos dedicados a la investigación cualitativa en la actualidad son sorprendentemente similares (Emerson, 1983). Por ello, el concepto, proceso, técnicas, etc., que siguen, se aplican en general a la investigación cualitativa, con independencia de la disciplina del investigador; en este sentido son aquí pertinentes las palabras de Blummer (1979, p. xxxiii): "(...) Cualquier método de investigación que pueda decirnos algo acerca de la orientación subjetiva de los actores humanos tiene derecho a ser tenido en cuenta por los expertos".

 

A pesar de su uso creciente, Szent-Györgyi (1980), en una frase epitalaria, se refería al carácter desconocido de gran número de episodios de la naturaleza, en donde aparece una extraña mezcla de lo contradictorio, ilógico e incoherente, y en este enclave es donde la metodología cualitativa debería "suavizar" estas contradicciones y dar una imagen comprehensiva de dicha realidad (Morse, 1994). El laboratorio de quien se dedique a investigación cualitativa es la vida diaria, y las variables, que no se controlan, no se conocen hasta el fin del estudio.

 

Sin embargo, éste es un extremo del recorrido. El inicio del proceso de análisis de la realidad perceptible, en estudios en los cuales se respeta la espontaneidad del comportamiento y la habitualidad del contexto –en los cuales nos centramos-, y en los cuales no existe elicitación de respuesta, se ubica en una metodología inicialmente cualitativa que permitirá captar la realidad tal cual se produce, mediante un registro narrativo primero, para transformarse en descriptivo después, sistematizándose progresivamente hasta la obtención de códigos, y operando posteriormente con dichos códigos de acuerdo con análisis cuantitativos en función del diseño adecuado en cada estudio.

 

Para efectuar este recorrido metodológico, nos vamos a servir de referencias de estudios diversos que permiten jalonar de forma ilustrativa el iter argumental que defendemos.

 

 

 

2.      De la realidad perceptible al registro narrativo

 

En una primera aproximación, registrar es realizar una transducción de la realidad; es decir, volcarla sobre un soporte determinado.

 

Existen unas características comunes entre sí en el registro, y que tienen su razón de ser en la forma de obtener información de la situación estudiada y de su contexto. El paso de la realidad perceptible al registro narrativo forma parte de algunas de las estrategias de investigación que configuran la lógica del método científico en Ciencias del Comportamiento, pero también en otras, como las Ciencias Sociales.

 

Resulta obvio que en estudios empíricos realizados bajo esta cobertura se producen datos al traducir la realidad a sistemas de notación escrita. Pero surge una primera y provisional dicotomización (no una dicotomía real) en función de la manera de llevarlo a cabo, la cual, a su vez, se halla supeditada en buena medida a la propia naturaleza del problema.

 

Si, por ejemplo, se trata de un estudio de tiempos de reacción en la respuesta a un estímulo visual que se presenta en un monitor para estudiar respuestas motoras de niños hiperactivos, lógicamente la recogida de datos implicará determinado tipo de datos, seguramente expresados en unidades convencionales de tiempo (segundos, décimas de segundo, milisegundos, ...). Pero es muy elevado el número de ámbitos de estudio en que se producen igualmente "datos", y en los cuales no es posible su operativización, o no resulta factible sin incurrir en un grave reduccionismo; así, en programas de intervención en familias maltratadoras de niños, ¿sería factible realizar el recuento de algún tipo de cantidad? No, dadas las múltiples manifestaciones del maltrato, la borrosidad de algunas de ellas, la necesaria contextualización, la inconsistencia materna en la interacción disfuncional madre-hijo, y seguiría un largo etcétera.       

 

Las diversas modalidades se registro se caracterizan en común por las características de los datos, pero cabe establecer una gradación en función de su naturaleza, que a su vez da lugar a la propuesta taxonómica indicada en la Tabla 1, en la cual se complementan la observación directa y la observación indirecta (focalizada aquí en conducta verbal transformable en material documental), además de la posibilidad de disponer de material documental y gráfico.

               

Tabla 1. Criterios taxonómicos relativos a la forma de acceso a la realidad

 

OBSERVACIÓN DIRECTA

Registro narrativo

Registro descriptivo

Registro sistemático

OBSERVACIÓN INDIRECTA

Material documental obtenido de forma originaria

Conducta verbal transformable en material documental

 

Existe una gradación que recoge el abanico de posibilidades que se disponen ordenadas entre los datos procedentes del registro de conductas perceptibles -que serán los más fáciles de codificar y cuantificar posteriormente- y los propios de informes o "dossiers" documentales, en los que prácticamente está muy distante esta posibilidad.

 

El estudioso de la realidad se halla con dos formas básicas de obtención de datos: O los recoge o los produce. Se trata de una dicotomización simplista, pero lógica y real. Cuando observa el comportamiento de los demás o propio recoge la información, mientras que cuando se interroga a una o varias personas mediante entrevista o cuestionario se producen nuevos datos que no existían con anterioridad, pero hemos manifestado que no nos interesa la elicitación de la respuesta, por lo cual esta opción quedaría descartada.

               

Debe quedar sumamente claro que ningún método es igualmente adecuado para todos los propósitos, y su elección debe venir condicionada por los intereses de la investigación, las circunstancias que configuran el entorno, las personas implicadas en el estudio, y las limitaciones prácticas o de viabilidad que puedan superarse.

 

Acerca de las técnicas de obtención de información (Tabla 1), hay que tener en cuenta que la finalidad del tratamiento de datos, sin importar el tipo de datos que se tenga, es imponer algún orden en un gran volumen de información, así como proceder a una reducción de datos, de manera que sea posible obtener unos resultados y unas conclusiones, y que se puedan comunicar mediante el informe de investigación.

 

Se detecta una cierta contradicción -al menos aparente-  entre el hecho de que el investigador cualitativo prefiere que la teoría emerja de los propios datos, averiguando qué esquemas de explicación son empleados por las materias sometidas a estudio para proporcionar un sentido a la realidad con las que se encuentran, y, por otra parte, que para analizar la información se empleen procedimientos estadísticos de diversa complejidad (Ruiz-Maya, Martín-Pliego, López, Montero y Uriz, 1990). En consecuencia, es preciso esmerarse para resolver la cuestión sin desviarse de la filosofía de referencia, pero con un máximo de rigor.

 

Esta tarea es un reto especialmente desde la metodología cualitativa que opera en esta fase inicial por tres principales razones:

 

a) No existen reglas sistemáticas para el análisis y presentación de datos cualitativos, lo cual se debe en parte al carácter "blando" que se les atribuye. La ausencia de procedimientos analíticos y sistemáticos hace difícil la tarea en un plantemaiento cualitativo, en donde además no tiene sentido la replicación, y máxime en cuanto nos hemos situado en situaciones en que prima la espontaneidad en la producción de las conductas.

 

b) Requiere un gran volumen de trabajo. El analista cualitativo debe analizar y darle sentido a páginas y páginas de material que primero fue narrativo y después descriptivo. Por ejemplo, en un estudio realizado en un centro hospitalario en donde se realizaron treinta entrevistas a enfermos de cáncer en fase terminal que eran sabedores de su estado (Farré, 1990), las transcripciones variaron de 40 a 80 páginas por entrevista, lo cual dio como resultado gran cantidad de material que había que leer, organizar y sintetizar. La investigación cualitativa implica una dedicación considerable de tiempo, lo cual, combinado con el hecho de que las muestras son pequeñas, aumenta la dificultad, además de que es costoso, y su generalización es limitada.

 

c) Es precisa una reducción de datos para la elaboración del informe. Con frecuencia, los principales resultados de una investigación cualitativa se pueden esquematizar en algunos cuadros; no obstante, si se sintetizan demasiado, se pierde la integridad del material narrativo de los datos originales. Como consecuencia, es difícil presentar resultados de investigaciones cualitativas en un formato que sea compatible con las limitaciones de espacio de las publicaciones científicas profesionales.  

 

2.1. Obtención de información de la realidad

 

Para lograr una rigurosidad en la obtención de información de la realidad debemos apostar por aquella o aquellas metodologías específicas que mejor se adecúen a los planteamientos derivados del estudio de la actividad cotidiana. Es perfectamente sabido en la actualidad que las tres metodologías específicas adecuadas en Ciencias del Comportamiento son la observacional, selectiva y experimental (Arnau, Anguera, Gómez, 1990), de forma que, si establecemos un criterio o “continuum” respecto al grado de intervención del estudio o control interno, ocupan respectivamente las posiciones de bajo, medio y elevado nivel interventivo.

 

Con esta premisa, nuestra toma de decisión se justifica con los siguientes argumentos (Anguera, 1999):

 

A)      En el estudio de la realidad perceptible, como es la actividad cotidiana, destaca especialmente su carácter de comportamiento espontáneo y su ubicación en contextos naturales o habituales para el individuo o la colectividad. Estas dos características configuran el núcleo básico de la metodología observacional.

 

B)      Cada una de las tres metodologías específicas indicadas dispone de sus técnicas propias de recogida de información. El registro de conducta y el análisis de contenido son específicos de la metodología observacional, mientras que las entrevistas estructuradas, el cuestionario y la encuesta son propios de la metodología selectiva. Ahora bien, dado que estas últimas implican una elicitación de la respuesta (ya que requieren una pregunta oral o escrita, individual o colectiva, dirigida por el estudioso de la conducta al individuo que desempeña una actividad cotididana), sólo nos interesan de forma relativa, y, en cualquier caso, complementaria, respecto de las primeras, en las que prima claramente la espontaneidad en su realización, y, por consiguiente, la no mediatización de ningún artefacto metodológico (como sería el sesgo de reactividad).

 

C)      Nos podemos preguntar en qué medida la metodología observacional se ajusta a la caracterización realizada de la metodología cualitativa en una primera fase del proceso y a la aplicación de la cuantitativa en una segunda fase del mismo. Elegimos dos autores como botón de muestra, al margen de que ésta ha sido siempre también nuestra posición: Por una parte, Bakeman y Gottman (1989) se pronuncian taxativamente definiéndola como una forma particular de cuantificar la conducta, y, en efecto, la cuantifican y analizan con rigor, pero ellos mismos dedican varios capítulos de su obra a la explicación y ejemplificación de registros, así como a su posterior codificación, momento de inflexión que permitirá el encaje entre lo cualitativo y lo cuantitativo. Y, por otra parte, Blanco (1997), en un trabajo titulado Metodologías cualitativas en la investigación psicológica, desarrolla el procedimiento propio de la metodología observacional, insistiendo, una vez se ha llegado a la codificación del registro, en el muestreo de conductas, en el significado de la fiabilidad, precisión y validez para garantizar la calidad del registro, y en el análisis de los registros e investigación de patrones de conducta, cuestiones que no podrían materializarse desde una metodología cualitativa. Podemos afirmar de forma rotunda que la metodología observacional es la que mejor se adapta a la complementariedad entre lo cualitativo y lo cuantitativo, ya que, simplificando drásticamente, siempre requerirá de la elaboración de un instrumento ad hoc a partir del cual se efectuará un registro (metodología cualitativa), y éste deberá someterse a un control de calidad y un análisis adecuado (metodología cuantitativa).  

 

D)      Hay que añadir un cuarto argumento relativo a la naturaleza del instrumento utilizado en la obtención de los datos. En metodología observacional no se puede disponer de un instrumento estándar, sino que debe elaborarse ad hoc para cada estudio con el fin de que se adapte totalmente a la conducta y al contexto que interesan (Bakeman y Gottman, 1989), y dado que tanto las conductas (aquí, actividades cotidianas) como los contextos en los cuales tienen lugar son sumamente heterogéneos, resulta obvia la especificidad singularizada del instrumento, que puede revestir especialmente dos formas distintas, sistema de categorías –con o sin moduladores- y formatos de campo, de las cuales, el sistema de categorías ha sido tradicionalmente el instrumento de observación por excelencia, muy laborioso en su elaboración pero también dotado de una excesiva rigidez, mientras que los formatos de campo, de reciente incorporación, se han ido consolidando rápidamente por su gran funcionalidad. Por el contrario, en metodología selectiva se cuenta con instrumentos estándar o semi-estándar, como son los items de un cuestionario, las preguntas de una encuesta, o la pauta de una entrevista altamente estructurada. 

 

Por todos estos argumentos, nuestra decisión es clara e indudable a favor de la priorización de la metodología observacional en el estudio de la realidad perceptible, aunque no de su exclusividad absoluta, que podría conducir en ocasiones a su complementación con la metodología selectiva por dos motivos: Por una parte, la metodología observacional no resulta especialmente adecuada en los estudios realizados sobre colectivos o grandes grupos de individuos, sino que tiene un corte particularista, entendido en un sentido lato del término, que sí funciona bien cuando se observan grupos reducidos de individuos (entiéndase, los miembros de una familia, los alumnos de una guardería o escuela que se sientan en una mesa para la realización de una actividad compartida, etc.). Y, en segundo lugar, por imperativos de las normas éticas en conductas privadas, o por limitaciones de recursos disponibles (humanos, temporales, instrumentales, etc.), cuando no se pueda acceder a una situación de observación determinada, nos quedará el recurso a la elicitación de la respuesta a la cual nos hemos referido.

 

El uso habitual de la metodología observacional para el estudio de la actividad cotidiana y su contexto implica el seguimiento de un proceso que en la actualidad se halla perfectamente especificado en la literatura propia de este ámbito.

 

Precisamente la perceptividad permite obtener un registro narrativo primero, y descriptivo después, mediante la aplicación de la metodología observacional, entendida como procedimiento específico centrado en el análisis de la conducta espontánea del sujeto, y por encima del escoramiento que supone el encasillamiento en metodología cualitativa y cuantitativa.

 

Esta fase de recogida de datos es esencialmente cualitativa por la propia naturaleza de las conductas que conforman la situación objeto de estudio. Por ejemplo, pautas comunicativas entre iguales en un parvulario, conductas de prosocialidad, habilidades sociales en grupos de natación de tercera edad, interacción de niños institucionalizados con anticuerpos del SIDA respecto a su monitor/a, etc.; resulta obvio que se trata, en estos casos y prácticamente en la totalidad del infinito número de los que podrían llegar a plantearse, de situaciones que revisten una gran complejidad, y en donde destaca la gran riqueza de los comportamientos que se desencadenan sin intervención del observador. No negamos que en alguna ocasión se sustraiga la recogida de datos a la metodología cualitativa, pero tiene un carácter anecdótico por su "rareza" y atipicidad; podría tratarse del caso en que sólo interesara la duración en décimas de segundo de una determinada conducta específica, como el parpadeo.   

 

Precisamente la metodología observacional es una estrategia particular del método científico que se propone la cuantificación del comportamiento espontáneo que ocurre en situaciones no preparadas, implicando para su consecución el cumplimiento de una serie ordenada de etapas (Anguera, 1990). Si se propone la cuantificación es precisamente porque el mero registro de conducta como forma de recogida de datos en observación directa es, por naturaleza, cualitativo. La razón de ser del registro de conducta en observación directa se materializa en la constatación de problemas (de descripción, covariación, causación, secuencialidad, etc.) planteados acerca de la conducta manifiesta de sujetos que se hallan en un contexto habitual.  Para ello es evidente que deberán cumplirse unos necesarios requisitos que garanticen unos mínimos a cubrir, como desarrollar un objetivo, planificar la investigación en sus etapas, optimizar los datos recogidos, y adecuar la estrategia de análisis en función del objetivo.

 

Sin embargo, las dificultades para el cumplimiento de estos cuatro requisitos básicos son en buena parte mayores que en otros métodos debido a la naturaleza de la situación de observación, que no es previsible, y, en consecuencia, no se ajusta en muchas ocasiones a unos criterios de constancia, homogeneidad, regularidad en la generación de la conducta, etc., que facilitarían tal sistematización o logro de control externo; además, no todas las conductas son susceptibles de ser observadas.

 

El proceso representacional que comporta la observación de la realidad se estructura a partir de tres niveles, que Fassnacht (1982) caracterizaba como primario, constituido por segmentos de la realidad; secundario, en el que se ubican estados físicos y signos no convencionales; y terciario, compuesto por signos convencionales. Nos podemos preguntar acerca de qué conductas del ámbito clínico, escolar, etológico, etc., tiene lugar una percepción de la realidad desde la perspectiva de la metodología cualitativa. En primer lugar, para hacer viable la recogida de datos, tendrá que desencadenarse el correspondiente proceso representacional, que proporciona un retrato de la realidad -según Bernard (1976, p. 41), "el observador debe ser como el fotógrafo de los fenómenos"-, y para el cual se precisa del mecanismo representacional, que actúa selectivamente e implica tanto aspectos orgánicos (cada individuo, ya que sus representaciones son puras y totalmente propias, y no pueden ser experienciadas por otra persona) como inorgánicos (mecanismos autónomos de registro), y se manifiesta mediante signos de diverso orden (sensaciones, elementos convencionales, etc.) que, en cualquier caso, estarán insertos en un contexto de representación que fijará las dimensiones básicas espacio-temporales, etc.

 

El problema y consiguiente pregunta que ello sugiere es: ¿Cómo podría obtenerse información sobre conductas en el aula, hospital, despacho de un terapeuta, etc. de las que todavía no se posee ningún conocimiento? Mediante un mecanismo orgánico deberá desencadenarse adaptativamente la sucesión de cambios necesarios a lo largo de un proceso de desarrollo que permitirá la representación del correspondiente segmento de la realidad (Fassnacht, 1982), y enlazará con el planteamiento inductivo o deductivo de la investigación, que implica, respectivamente, la ausencia o presencia de un conocimiento previo, y permitirá adoptar la decisión acerca de cuándo pueden o deben formularse hipótesis en un estudio observacional.

 

2.2. Caracterización del registro

 

El registro es una "transcripción de la representación de la realidad por parte del observador mediante la utilización de códigos determinados, y que se materializa en un soporte físico que garantiza su prevalencia" (Anguera, Behar, Blanco, Carreras, Losada, Quera y Riba, 1993). Pero resulta evidente que dicha transcripción no es automática, y habrá que tomar diversas decisiones en su materialización.

 

Uno de los elementos determinantes en estas decisiones y, en consecuencia, en la forma cómo se lleva a cabo la captación del significado es la adopción de un criterio-base (o varios) sobre la segmentación de la conducta y la demarcación de sus unidades (Anguera, 1999), la cual depende a su vez de la naturaleza de los parámetros del comportamiento que se poseen y de los fines específicos de la investigación (Scherer & Ekman, 1982), con lo que se establecerá el carácter predominantemente molar, molecular o mixto (Meazzini & Ricci, 1986) del sistema taxonómico, que está en estrecha relación con un nivel elevado o prácticamente inexistente de abstracción, el interés por una taxonomía predominantemente natural, estructural, o funcional y, de forma relativamente más distante, con la superposición de niveles en la estructura de la conducta al puntualizar su disposición jerárquica (Yela, 1974).

 

En la base de tal diferenciación se sitúa la delimitación de los diferentes eventos, y la consideración de la corriente o flujo de conducta como una secuencia de unidades discretas (Dickmann, 1963; Condon & Ogston, 1967) comportará evidentemente una definición de las unidades de conducta (Zeiler, 1986), previa descripción, y con el fin de conseguir su operativización, y  que, en cualquier caso, dependerá del problema de estudio, por lo que su elección es de las más importantes y difíciles decisiones de la investigación, dado que será crucial para su validez (Anguera, 1986b).

 

El tipo o modalidad de descripción repercute de forma determinante. No existe criterio unánime en la literatura especializada, pero se ha ido imponiendo el criterio de los etólogos. Así, Lehner (1979) distingue entre descripción empírica o topográfica y descripción funcional, que corresponden, respectivamente, a la "descripción por operación" y "descripción por consecuencia". Las categorías obtenidas a partir de una descripción topográfica intentan simplemente catalogar conductas -generalmente motoras- con finalidad normativa, y no es muy habitual en psicología, aunque sí en etología. Un ejemplo sería la lista suministrada por McGrew (que aparece en el apéndice de Hutt & Hutt, 1970) de 111 conductas motoras de niños en una guardería. Por otra parte, las descripciones funcionales suministran información que puede resultar más valiosa, pero que implica más inferencia por parte del observador, así como más suposiciones implícitas al elaborar las categorías. Por ejemplo, nadar, montar a caballo, etc.

 

Con un ligero matiz diferencial, Martin & Bateson (1992) proponen tres tipos de descripción: a) Descripción de la estructura, apariencia, forma física o pautas temporales de la conducta. La conducta se describe en términos de postura y movimientos de los sujetos, pudiendo alcanzar un gran detalle, y requiriéndose de la capacidad y habilidad del observador para percibir sutiles diferencias. b) Descripción en función de las consecuencias, o efectos de la conducta en el contexto (en sentido amplio, abarcando tanto a otros sujetos como a objetos materiales, como a la especial disposición en que se hallan) en el que se produce su ocurrencia, o en el propio sujeto que la emite, aunque sin referencia a cómo se producen tales efectos. Así, categorías como "obtener alimento" o "esquivar a un sujeto" serían un claro ejemplo. Su diferenciación de la anterior es clara, y en este sentido, no hay duda de que "apagar la luz" es una descripción en términos de consecuencias, mientras que "apretar con el dedo la pequeña placa saliente del interruptor" es una descripción estructural. c) Una tercera forma de descripción se efectúa en términos de la relación espacial entre sujetos en un determinado entorno, por lo que el énfasis se halla no en lo qué hace el sujeto, sino dónde y con quién. Por ejemplo, "aproximarse" o "salir" se pueden definir en términos de cambios en la relación espacial entre dos sujetos.

 

Desde una consideración cercana al grado de implicación del observador, también se distingue entre descripción ética (Coll, 1981; Headland, Pike & Harris, 1990), que tiene un indudable carácter externo, objetivo y exhaustivo, haciendo referencia a categorías previamente explicitadas en donde no actúa una selección de lo relevante y todos los detalles tienen igual importancia, y una descripción émica, que se sitúa en un nivel de identificación y precisión de las categorías significantes para el sujeto, y que se lograría intentando componer y relacionar las informaciones éticas extraidas por el observador.

 

Finalmente, se matiza también entre unidades simples y complejas y es frecuente que, en estos casos, como indica Rosenblum (1978), las propias condiciones bajo las cuales los sujetos son observados influyan directamente de forma que se adopte una taxonomía útil, dada la rigidez de la dicotomía establecida.

 

Si se dispone de una flexibilidad en los niveles descriptivos más adecuados, de forma que exista una gradación continuada que incluya una gama de niveles descriptivos intermedios no situados en los extremos de posiciones bipolares, será mayor el ajuste y la articulación entre percepción e interpretación, con lo cual resulta beneficiada la calidad del registro observacional. Podria argüirse en contra que aumentaría la complejidad en la codificación y posterior análisis, pero ello puede solventarse adecuadamente si se hace uso adecuado de los parámetros observacionales establecidos y se lleva a cabo un tipo de análisis que se adecúe a los datos recogidos.

 

En buena parte de los casos, la inclusión en un mismo registro de varios niveles descriptivos daría lugar a la superposición de diversas unidades y de cubrir el "continuum" de conducta, lo cual permitirá establecer una convergencia entre diferentes tipos de análisis (Blanco, 1983).

 

De acuerdo con el grado de estructuración o control externo, pueden establecerse diversos niveles de sistematización, cuestíon variable en función de la fase de la investigación, así como también de la complejidad de la conducta y/o situación. En principio, existen el registro no sistematizado y el sistematizado, pudiendo optarse además por una gradación de registros de diverso grado de semi-sistematización.

 

La observación no sistematizada, u ocasional, o fortuita, o pasiva, no obedece a ninguna regla y se caracteriza esencialmente por: 1) falta de concreción en el objetivo; 2) falta de criterios de inclusión y orden en el registro; 3) ausencia lógica de hipótesis. En definitiva, se acumulan en forma más o menos marginal unas informaciones que no tienen otra finalidad ni pretensión que suscitar una idea de investigación. Los dos principales tipos de registro no sistematizados son el narrativo (aún en una fase pre-científica) y el descriptivo (ya iniciando el proceso científico de estudio en un ámbito determinado).

 

Definimos el registro narrativo como "descripción de bajo nivel, realizada mediante lenguaje oral o escrito, que es propia de fases iniciales de la observación, y se caracteriza por su falta de estructura" (Anguera, Behar, Blanco, Carreras, Quera, Riba y Losada, 1993, p. ). Corresponde al registro narrativo un texto en que se pormenoriza lo ocurrido, de forma parecida a como un reportero da cuenta de un acontecimiento social, y con escasa sistematización, ya que pueden existir lagunas o fallos en la ordenación de los hechos. Corresponde generalmente al período de observación exploratoria, y de ahí su gran importancia, ya que suministra una información básica. Difiere de los sistemas de categorías (aunque éstos se hayan elaborado a partir de un lejano registro narrativo) en su dependencia del sistema perceptivo del observador, su habilidad del momento, el filtraje intencional realizado sobre lo qué conviene o no registrar, o la adecuación del propio léxico utilizado en la descripción de los hechos, ya que el observador registra narrativamente la información en lenguaje ordinario.

               

El registro descriptivo muestra una evolución y avance respecto al registro narrativo, ya que existe una cierta estructuración, es frecuente la utilización de medios automáticos de grabación, la terminología utilizada es más precisa, e incluso aparecen intentos de categorización. Este tipo de registro se halla en el justo momento de inicio de la sistematización, que conducirá a la obtención de códigos. El registro descriptivo puede ir transformándose progresivamente al aumentar su grado de sistematización o control externo.

 

La observación sistematizada o activa interesa especialmente en la observación directa y sus principales aspectos característicos son: 1) el objetivo se halla perfectamente precisado, tanto en lo que se refiere a comportamientos como a sujetos(s) y situación; 2) están pautados, en consecuencia, los criterios de selección de información (la considerada relevante en función de los fines que interesan); 3) uso de una técnica de registro y medios técnicos que garanticen la precisión de los datos; 4) permite la obtención de datos cuantificables mediante diversos indicadores y parámetros (frecuencia, latencia, ritmo, duración, intensidad, dirección, etc.), que en cada caso requerirán por supuesto de su previa operativización; 5) plausibilidad de formulación de hipótesis. Esta modalidad de registro nos facilitará la obtención del código.

 

 

3.      Del registro descriptivo al código

 

El proceso de codificación (Anguera, 1995b, 1995c) se compone de operaciones que consideramos emblemáticas en el tratamiento -que no implica análisis- de datos que son cualitativos, porque ésta era su naturaleza en el momento de su obtención, pero que nada impide que, una vez se han sometido a una serie de operaciones, adquieran una naturaleza cuantitativa (sea solamente cuantitativa, o complementándose una vertiente cualitativa y otra cuantitativa del dato), y entonces sean sometidos a un pertinente análisis, que se deberá llevar a cabo con todo rigor, como también debe gozar de este atributo el tratamiento del dato cualitativo que desarrollamos en este apartado.

 

Nos interesa el estudio del proceso, no del resultado; por ello cobra especial relieve la transducción de la corriente o flujo de conducta al registro (codificación). En este sentido cabe preguntarnos si siempre podríamos garantizar que, al efectuar una descripción de una ocurrencia de conducta o escena, se extrajera lo esencial acompañado de todos los matices necesarios, y no digamos si se hallaría una perfecta correspondencia entre datos recogidos mediante descripciones situadas a distintos planos entre el uso de términos estrictamente empíricos y otros con notable carga conceptual. Además, ¿existiría biunivocidad entre el hecho y su correspondiente descripción?

 

La fase empírica de la observación se inicia en el momento en que el observador empieza a acumular y clasificar información sobre eventos o conductas, con lo que posee unos datos provinientes de una transducción de la realidad, y que deberá sistematizar progresivamente, pudiéndolo hacer a lo largo de una gradación con muchísimos eslabones intermedios -desde la observación pasiva a la activa-, los cuales suelen sucederse entre sí, al menos parcialmente, a medida que avanza el conocimiento del observador acerca de las conductas estudiadas y se acrecienta su rodaje específico.

 

Si se trabaja con notas de campo, transcripciones provenientes de entrevistas no estructuradas, documentos históricos o algún otro material cualitativo, una tarea determinante es la preparación cuidadosa de la codificación (Miles & Huberman, 1984; Strauss & Corbin, 1990) mediante la imposición de alguna estructura en la mayor parte de la información.

 

En primer lugar, al igual que en los estudios cuantitativos, es importante revisar que los datos estén completos, que tengan buena calidad y que estén en un formato que facilite su organización. Se debe confirmar que las transcripciones textuales en realidad lo sean, y que se hallen completas.

 

La principal tarea en la organización de los datos cualitativos es desarrollar un método para indizar el material; por ejemplo, listados que relacionan los números de identificación de materia con otros tipos de información, como fechas y lugares de la recogida de datos.

               

Todo registro, por ajustarse al objetivo previamente delimitado, implica una selección de las conductas consideradas relevantes, y en base a sus características, a la técnica de registro elegida y a los recursos de que se dispone, deberá escogerse un sistema (escrito, oral, mecánico, automático, icónico, etc.) que facilite su simplificación y almacenamiento.

 

Ahora bien, el plano en que se sitúa el registro es pobre e insuficiente si pretendemos, como se indicó anteriormente, una elaboración posterior -y también la cuantificación- de la plasmación de la conducta espontánea mediante la observación sistemática. Y de ahí la necesidad, mediante la codificación, de construir y utilizar un sistema de símbolos -que pueden ser de muy diversos órdenes- que permita la obtención de las medidas requeridas en cada caso.

 

Entendemos por codificación el "proceso de elaboración conceptual, mediante un mecanismo representacional, de los comportamientos específicos percibidos. Ello supone una transformación del registro narrativo propio de las primeras fases de la observación a un sistema de símbolos altamente estructurado y acorde con el problema de investigación previamente definido" (Anguera, Behar, Blanco, Carreras, Losada, Quera y Riba, 1993).

                                              

El proceso de categorización es precisamente una modalidad de codificación que, por su interés y amplitud de uso, tiene una entidad propia (Anguera, 1991), tanto en observación directa, como en la indirecta mediante la aplicación de la técnica de análisis de contenido.

 

 

4.      Del código al dato analizable

 

Nos hemos referido a diversas posibilidades de registro, pero en todas ellas debemos adoptar la decisión acerca de cómo materializamos los datos netos que vamos a extraer del registro. Existen parámetros primarios y secundarios, y entendemos que para el estudio del comportamiento deportivo son esenciales los primeros, que presentamos en forma de escalonado dada su progresiva adquisición de potencia como dato y su orden progresivo de inclusión (Anguera y Blanco, en prensa). Estos parámetros primarios son: Frecuencia, orden y duración.

 

La frecuencia consiste en un mero recuento de ocurrencias de conducta. Es indudablemente el parámetro más débil, aunque probablemente haya sido tradicionalmente el más utilizado.

 

El orden consiste en la explicitación de la secuencia de las distintas ocurrencias de conducta. Es portador de la información correspondiente a la frecuencia y, además, de un plus de información que permite discriminar entre sesiones distintas que podrían aparecer como idénticas si sólo contempláramos el parámetro frecuencia.

 

La duración es el parámetro del registro más consistente, y el que encierra mayor riqueza de información, ya que contiene la del parámetro orden y además la indicación del número de unidades convencionales de tiempo (minutos, segundos, ...) correspondientes a cada ocurrencia de conducta, que equivale a un plus de información que permite discriminar entre sesiones diferentes que aparecerían como idénticas si sólo se contemplara el parámetro orden.

 

Los medios necesarios para registrar han variado sustancialmente a lo largo del último cuarto de siglo. Holm (1978), en una obra que durante muchos años ha sido un referente en metodología observacional, aunque en la actualidad se percibe como lógicamente desfasada en esta cuestión, diferenciaba los medios de registro directamente utilizables –mediante lápiz y papel- y los que no, y presentaba pequeños dispositivos automáticos de registro.

 

En la obra de Bakeman y Gottman (1986), con un apartado titulado “Las delicias del lápiz y papel”, se mencionan las ventajas de este medio que en la actualidad nos puede parecer absolutamente rudimentario. Se alegan a su favor el bajo costo, facilidad de uso y de traslado, y sus ventajas en la observación de la vida real, o visionando cintas de video, o trabajando a partir de una recopilación de transcripciones escritas. Pero ello no obsta a que los mismos autores animen al uso de medios electrónicos, aún a sabiendas del costo que supone no sólo monetariamente, sino a nivel del tiempo que se tarda en utilizarlos correctamente. Las ventajas con múltiples: Se hallan en forma legible desde el principio, disponen de reloj interno, el registro es más ágil y rápido, y se minimizan las distracciones.

El desarrollo tecnológico actual ha posibilitado el desarrollo de múltiples aplicaciones informáticas que permiten registrar genéricamente toda conducta perceptible, y se pueden utilizar en el registro del comportamiento deportivo en tiempo real

 

               

5.      Análisis cuantitativo a partir de parámetros básicos

 

La metodología observacional adoleció tradicionalmente de líneas de investigación en las cuales se  pusieran a prueba las múltiples posibilidades de análisis de sus datos. Probablemente, el principal motivo se halla en la superficialidad con que se obtenían tales datos, y, por consiguiente, en su carácter inconsistente.

 

En la actualidad, sin embargo, casi al final de la década de los noventa, se ha avanzado en la configuración de los principales diseños observacionales, los cuales son de disposición no estándar en coherencia con el carácter sumamente flexible de la metodología observacional, y si además tenemos en cuenta una sustancial mejora que en la mayoría de los casos se pone en práctica en el proceso de sistematización y optimización de los datos, es lógico que hayan surgido nuevas propuestas en lo que se refiere al análisis de datos (Anguera, en prensa).

 

Por supuesto, se pueden establecer criterios muy diversos en este punto de encrucijada. Desde hace más de una década estamos trabajando con un planteamiento (Anguera, 1985b, 1995) en que se cruzan la dicotomía idiográfico (unidad) / nomotético (pluralidad) y la relativa a un registro puntual / seguimiento, lo cual facilita el deslinde de las direcciones básicas de análisis de datos observacionales (Figura 1).

               

          Idiográfico

 

 

                                                  II

 

 

 

 

 

 

Puntual

 

 

         I

         DISEÑOS

         DIACRÓNICOS

 

 

 

 

                                                                Seguimiento

 

 

 

                                         III

                                         DISEÑOS

                                          SINCRÓNICOS

 

 

 

        IV

       DISEÑOS

       LAG-LOG

 

                                                                                       Nomotético

 

Figura 1. Diseños evaluativos de baja intensidad: Tipos básicos.

 

5.1. Cuadrante I: Diseños diacrónicos

El seguimiento en un estudio idiográfico (cuadrante I) constituye, por esencia, una situación en la cual se consigue focalizar toda la atención en un individuo o nivel de respuesta (como su conducta vocal), o unidad mínima de varios sujetos que funcione como unidad (como la interacción diádica madre-hijo).

 

5.1.1. Diseños diacrónicos extensivos

               

Los diseños diacrónicos extensivos se diferencian entre sí en función del número de puntos de anclaje, es decir, momentos de recogida de información.

 

1. Diseños de panel

Corresponde al caso de un seguimiento totalmente exiguo, con sólo dos puntos en el diseño típico (o tres, en algunas variantes) de recogida de datos. Nos enfrentamos a la situación más desfavorable, debido a la escasez de información, que hace muy endeble el anclaje empírico. Por tanto, únicamente se pueden detectar los cambios "de malla ancha" en la frecuencia de conductas del bebé entre el momento de tiempo t y el t + 1.

Ofrece la posibilidad de análisis del cambio a nivel individual y colectivo.

               

2. Diseño de tendencia

El diseño de tendencia permite realizar inferencias acerca de la eficacia o impacto de un programa de intervención en un individuo, observando los cambios producidos antes o después de que se inicie un determinado tratamiento. Puede hallarse de varias formas, aunque la más habitual es el cálculo de la recta de regresión (Kratochwill, 1989), para lo cual no es problema que los datos sean de naturaleza categórica (Kritzer, 1986); en caso de que los distintos puntos no se ajusten a una tendencia lineal, habrá que buscar otros tipos de ajuste (logarítmico, exponencial, etc.).

A diferencia del diseño de panel, la búsqueda de la relación funcional permite realizar predicciones, con el consiguiente riesgo de error. De ahí que, a pesar de que en los requisitos de mínimos, en el diseño de tendencia hay cuantitativamente un solo punto más de recogida de información, sin embargo, cualitativamente es mucho mejor.

 

3. Diseño de series temporales

En procesos de duración prolongada no es infrecuente plantear un diseño de series temporales. Una serie temporal es una secuencia cronológicamente ordenada de valores de medición, que en diseños diacrónicos extensivos son frecuencias, a lo largo de cincuenta o más puntos equidistantes de tiempo. Lo que se pretende es la búsqueda de regularidades del comportamiento de un individuo en el tiempo, así como el pronóstico, predicción, previsión o vaticinio de su comportamiento más probable en el futuro. 

               

 

5.1.2. Diseños diacrónicos intensivos

 

Los diseños diacrónicos intensivos se diferencian entre sí en función de la naturaleza de la relación que se halla entre las categorías o códigos de formatos de campo y su respectiva representación en forma de mapa.

 

1. Diseño secuencial

Las características que lo definen (idiográfico y seguimiento) son especialmente idóneas para la detección de patrones de conducta.

La técnica analítica que lo posibilita está perfectamente estudiada en la actualidad, y principalmente se utilizan dos programas informáticos, que parten, a su vez, de un planteamiento diferente: SDIS-GSEQ (Bakeman & Gottman, 1997; Bakeman & Quera, 1992, 1996; Bakeman, Quera, McArthur & Robinson, 1997; Quera, 1993; Escudero, 1995; Losada, 1995; Morales, 1996) y THÈME (Magnusson, 1993, 1996, 2000; Magnusson & Beaudichon, 1997; Montagner, Magnusson,  Casagrande, Restoin, Bel, Nhuyen, Paul, Ruiz, Delcourt, Gaufeier & Epoulet, 1990; Pastor y Sastre, 1999).

El SDIS-GSEQ se apoya en una técnica analítica que fue desarrollada por Bakeman (Bakeman, 1978; Bakeman y Gottman, 1989), y por Sackett (1980, 1987), a partir de los antecedentes que se hallan en los trabajos de Bakeman & Dabbs (1976). A su vez, caben dos perspectivas: Prospectiva (contemplando el sentido “hacia delante”, tal cual se produce la ocurrencia de conducta) y retrospectiva (en sentido “hacia atrás”), que nos proporciona una imagen especular del patrón de conducta, que permite contemplar las dos vertientes del diseño diacrónico intensivo secuencial.

El THÈME es un programa informático desarrollado por Magnusson (1993, 1996), que permite detectar patrones de conducta desde una lógica de tiempo real, tanto a nivel inter como intraindividual.

 

2. Diseño de coordenadas polares

Mientras que el diseño secuencial es unidireccional (sea en sentido prospectivo o retrospectivo), en el diseño de coordenadas polares se integran ambas. El objetivo es ofrecer un mapa en donde se muestren todas las interrelaciones existentes entre los códigos de categorías o de configuraciones de formatos de campo.

La técnica analítica que se utiliza es la de coordenadas polares, que fue propuesta por Sackett (1980). El diseño de coordenadas polares se enmarca en el grupo de diseños diacrónicos intensivos por ser idiográfico el planteamiento de la evaluación y realizarse un seguimiento intrasesional en el registro mediante el parámetro orden. Dentro de este grupo, se trata del planteamiento más complejo, que va encaminado a la obtención de una representación vectorial de la compleja red de interrelaciones que se establecen entre las distintas categorías o códigos de formato de campo. A su vez, y debido a la integración que se efectúa de las perspectivas diacrónica y sincrónica, que generarían gran volumen de resultados parciales, actúa también, de forma colateral, como técnica reductora de datos. Expresado de otra forma, los valores obtenidos en forma de probabilidades condicionales pasarán, a su vez, a constituirse en datos de un proceso de reducción que desembocará en la consecución de unos pocos parámetros indicativos sobre los cuales recaerá el peso interpretativo de los vectores que materializan el mapa interrelacional que se elabora.

 

5.2. Cuadrante II

 

El cuadrante II se caracteriza por ser idiográfico y puntual: Una recogida de datos puntual y a partir de una sola unidad (sea un inidivudo, un pequeño grupo de inidividuos que actúan conjuntamente, o bien un solo nivel de respuesta en un individuo o en un pequeño grupo) no es capaz de proporcionar información mínimamente consistente que garantice la cientificidad del estudio. En consecuencia, se trata del único cuadrante que no puede sustentar un diseño y, en consecuencia, no ofrece datos válidos para un posterior análisis.

 

5.3. Cuadrante III: Diseños sincrónicos

 

Cada vez son más frecuentes las situaciones en las que es necesario evaluar la interrelación entre diversas unidades (sean varios individuos o diversos niveles de respuesta de un mismo individuo) a partir de un registro de naturaleza puntual, y que habrán dado lugar, lógicamente, a diversos sistemas de categorías. La situación más habitual que se plantea es la de una situación en donde un comportamiento o actividad del individuo se taxonomiza simultáneamente desde diversos criterios, con lo que se obtienen datos pertenecientes de forma puntual a una sesión (e incluso a varias) que responden a los diversos sistemas de categorías o formatos de campo correspondientes a cada uno de los criterios establecidos, que pueden cruzarse y dar lugar a una tabla de contingencia.

               

Hay dos tipos de diseños sincrónicos: Simétricos y asimétricos.

 

1. Diseños sincrónicos simétricos

Se caracterizan por la búsqueda de relaciones de asociación entre la pluralidad de elementos que disponemos. En cuando al análisis de datos pertinente, gracias a los esfuerzos pioneros de Bishop, Fienberg & Holland (1975), Fienberg (1977) y Goodman (1970, 1971), y posteriormente de Kennedy (1983), entre otros, se ha desarrollado el análisis de tablas de contingencia  mediante modelos lineales logarítmicos, o análisis log-linear, planteado en investigaciones de naturaleza simétrica (sólo interesa la presencia o ausencia de asociación entre las variables, sin direccionalidad u orden causal entre ellas).

 

II. Diseños sincrónicos asimétricos

Los diseños sincrónicos asimétricos introducen el planteamiento de hipótesis de causalidad entre una o más dimensiones y las restantes. Ello conlleva el carácter asimétrico del diseño, dado que, de acuerdo con la hipótesis, mientras alguna de las dimensiones tendrá el carácter de agente causal, otras asumirán el de consecuencia. Por tanto, se establece una direccionalidad determinada entre dichas dimensiones. El desarrollo analítico adecuado es el análisis logit, que es una variante del análisis log-lineal.

               

5.4. Cuadrante IV: Diseños diacrónico/sincrónicos, o lag-log

 

Los diseños mixtos, por su ubicación en el IV cuadrante, se caracterizan por el seguimiento de una pluralidad de unidades, que puede tratarse de diversas dimensiones en un ondividuo, o en varios, o la relación entre diversos individuos respecto a una acción común del programa.

               

Indudablemente, se trata de un problema complejo a desglosar:

a)       Por una parte, desde un acercamiento al cuadrante I, cabría realizar el estudio de la secuencialidad en paralelo a cada uno de los integrantes de la pluralidad de unidades, y que, como caso particular, podría dar lugar en algunas ocasiones a la designación de un sujeto prototípico que pudiera considerarse representativo de todos los que mantuvieran los atributos o características de membrecía respecto al grupo inicialmente definido.

b)       También es posible enfocar el estudio desde un acercamiento al cuadrante III, considerando el cruzamiento mencionado anteriormente no en una única ocasión, sino una sucesión de análisis puntuales cercanos en el tiempo, lo que implicaría un cuasi-seguimiento a lo largo del período de tiempo considerado. Es decir, en un momento inicial, y mediante un analisis log-lineal, se conoce cuál es la relación entre los diversos niveles de respuesta contemplados, operación que se repite, periódicamente o no, siempre que se juzgue relevante, y que puede llegar a realizarse incluso en cada una de las sucesivas sesiones de registro. Las enormes posibilidades de este diseño diacrónico/sincrónico permiten que se le pueda considerar como el más completo y óptimo para la evaluación del comportamiento, hasta el punto que todos los demás serían variantes incompletas de este.

 

Estos diseños, como su nombre indica, combinan las dimensiones diacrónica y sincrónica (de aquí la expresión lag-log, resultante de combinar el término emblemático lag -propio de los diseños diacrónicos- con el término emblemático log -propio de los diseños sincrónicos-), y se pueden conceptualizar como el estudio relacional de múltiples unidades (niveles de respuesta y/o individuos) a lo largo de los sucesivos momentos temporales (registrados extensiva o intensivamente) que conforman el seguimiento (Bakeman, Adamson & Strisik, 1989). Resulta obvio considerar que se pueden presentar diversas modalidades que se ajustan a este planteamiento propio de los diseños mixtos, dando lugar al desarrollo de 24 diseños en este IV Cuadrante.

 

En definitiva, resaltamos la extraordinaria relevancia de los diseños lag-log, que se manifiestan como los diseños observacionales de mayor potencia y los más completos, gracias precisamente a la complementariedad de criterios en los que se basan. Podríamos afirmar con contundencia que se trata de los diseños más completos, al aunar características propias de los diacrónicos y de los sincrónicos, y que todos los demás diseños observacionales podrían considerarse como variantes incompletas de los diseños lag-log.                                                                                                                                           

 

 

6.      Epílogo

 

En estas páginas hemos pretendido mostrar una radiografía dinámica de la realidad perceptible, en tanto es posible volcar esta realidad en un registro, sistematizarlo, codificarlo, obteniendo así datos que se someterán a un control de calidad, pasando de su carácter de datos brutos a datos netos, y posibilitando el lema según el cual la metodología observacional pretende la cuantificación de la conducta                                                                                                                                                                                 

 

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