PONENCIA

V Encuentro argentino de Carreras de Comunicación Social

Olavarría- 2007

 

Título: ¿En la frontera? Apuntes sobre las prácticas profesionales de los periodistas  y  la “Universidad de la Calle”

 

Autores: Cohendoz, Mónica; Loustaunau, Gabriela; Di Pino, Sergio; Bucciarelli, Oscar; Caballero, Andrea; González, Guillermina; Basualdo, Mercedes

 

Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN, Carrera de Comunicación Social.

 

Resumen:

En el trabajo vamos a presentar una memoria del proceso de exploración del problema que hemos abordado desde una metodología interinstitucional y virtual en el proyecto UdelaC. En líneas generales, nuestra intención es indagar el tipo de saberes que circula en la “Universidad de la Calle”, es decir, en situaciones de aprendizaje no formal, mediante la observación de los comportamientos de los sujetos en el escenario de los periodistas en la ciudad de Olavarría a través de la perspectiva de la Semiótica Indicial.

En la ciudad de Olavarría existen una gran cantidad de periodistas que no han accedido a una formación profesional y han desarrollado su oficio de modo intuitivo formándose, capacitándose con la práctica. Nos interesa este tema porque desde el inicio de la Carrera de Comunicación Social en 1988 se ha planteado una polémica acerca de la formación de los alumnos: saberes adquiridos en los medios (prácticos, empíricos) versus los adquiridos en la academia (teóricos, especulativos). Esta disyuntiva que reproduce discusiones de otros ámbitos (científico, pedagógico, etc.) nos permite identificar los modos de articulación y circulación de estos saberes de la Universidad de la calle y la Universidad de la academia como dos instancias necesarias en la construcción de la vida profesional de un periodista.

 

 

  

 

Al subir, descender, dar vuelta a estas prácticas, algo escapa sin cesar, que no puede decirse ni “enseñarse”, sino “practicarse”.

          Michel de Certau, La invención de lo cotidiano

 

 

Introducción

Una de las preocupaciones sobre la que resulta significativo discutir y reflexionar en los congresos de Comunicación es la inserción profesional de los comunicadores en los medios. En este sentido, el proyecto “Universidad de la calle” que aquí presentamos apunta a conocer cómo se configura el campo de los periodistas de oficio en Olavarría y por lo tanto, problematizar el vínculo entre los saberes académicos y la práctica periodística.

La instalación de la Facultad de Ciencias Sociales en 1988 emerge como un punto de inflexión en la configuración de la práctica periodística local ya que la posibilidad de acceso a un nuevo ámbito legitimado de saber da lugar a la producción de nuevas significaciones respecto esta práctica.

 ¿Cuál es la importancia de investigar la “Universidad de la calle” desde el ámbito académico de la Comunicación? ¿Qué relevancia tiene esta problemática en el marco del Encuentro?

En sentido amplio, esta investigación está atravesada por la reflexión sobre la práctica de la comunicación. Esas prácticas, esas maneras de hacer, constituyen un campo de operaciones en el interior del cual se desarrolla también la producción de la teoría.

Por lo tanto, no basta con ejercer una mirada autocrítica sobre la academia y pensarla como una “fábrica de desempleados” sino que es necesario posicionarse en el campo mediático para problematizar la frontera entre la práctica periodística y la Universidad.

 

 

 

El proyecto “Universidad de la Calle”

“Universidad de la Calle” (UdelaC) es un espacio de investigación que reúne a docentes, graduados y estudiantes de diversas unidades académicas del país y Latinoamérica. El Proyecto marco se radica en la Universidad Nacional de Jujuy, en la cátedra Comunicación y Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y es coordinado por el Doctor Juan A. Magariños de Morentin. (Ver www.magarinos.com.ar)

La Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría (FACSO) toma contacto con el   proyecto en octubre de 2005 durante la visita del Dr. Magariños a las V Jornadas de Gestión y Producción en Comunicación. La incorporación se efectúa en EEDUCOM (Estudios de Educación y Comunicación) perteneciente a la Carrera de comunicación con un equipo de investigación virtual coordinado por la Mg. Mónica Cohendoz. 

Los distintos grupos que participan del proyecto “Universidad de la calle” [1] indagan sobre el problema en diversos escenarios: Minorías inmigrantes, su integración; vida universitaria; identikit del empleado público; movimiento de Trabajadores Desocupados “Aníbal Verón”; el Hospital y el aprendizaje interactivo de los médicos residentes y  el comunicador social incomunicado. El equipo de Olavarría hemos seleccionado el escenario “Periodistas de Oficio”.

 

El enfoque teórico de UdelaC

El enfoque teórico que sustenta al Proyecto se basa en dos perspectivas que atraviesan la lectura del objeto. Por un lado, la Cognición Social “entendida como el campo de los saberes y competencias relativos a las personas (uno mismo y los otros); a las relaciones interpersonales que intervienen entre individuos identificados por parámetros personales y funcionales, en relación inmediata o retransmitida (comunicaciones, procesos de posicionamiento mutuo y de influencia); a las relaciones en el seno de un grupo humano o entre grupos; a las situaciones sociales”[2] Por otro lado, la Semiótica Indicial “consistente en el estudio del significado de los objetos y/ o comportamientos, ya que tratará  de la educación y del aprendizaje, en determinado ámbito social a través del espectáculo del comportamiento de los otros.”[3]

            El Dr. Magariños concibe  la Semiótica como una metodología de investigación social dado el carácter particular de su objeto de estudio: los signos. Esta especificidad implica no tener otro objeto de conocimiento del cuál diferenciarse, en definitiva no ser una ciencia. Por lo tanto, lo que permite esta perspectiva es reconstruir operaciones semióticas que sirvan de base metodológica a las distintas disciplinas de las Ciencias Sociales. La Semiótica Indicial requiere la identificación de objetos y/ o comportamientos, en este caso aquellos relacionados con situaciones de aprendizaje.  (Ver Manual de Metodología Semiótica, Magariños 1999)

 

Actividades realizadas por el grupo de Olavarría

 

Ø      Elegimos el escenario “periodistas de oficio” y delineamos una problemática en relación a UdelaC.

Ø      Sugerimos otras lecturas para enriquecer el marco teórico, entre ellas Stuart Hall, Pierre Bourdieu.

Ø      Identificamos referentes del periodismo local (“de oficio”, es decir, que no pasaron por espacios formales de aprendizaje).

Ø      Realizamos 20 entrevistas estructuradas a partir de las preguntas propuestas por el Dr. Magariños: ¿Qué es para vos la Universidad de la calle? ¿Qué te enseño la Universidad de la Calle? ¿Recordás alguna situación concreta en la que hayas aprendido alguna de esas enseñanzas?

Ø      Efectuamos una primera aproximación al análisis de las entrevistas y, paralelamente, realizamos una segunda entrada al campo para reconstruir el contexto mediático local en el que se producen las prácticas periodísticas.

 

El escenario de análisis

La elección del escenario de análisis “Periodistas de Oficio” nos pareció oportuna en tanto detectamos cierta vacancia en investigaciones sobre los medios de comunicación locales. Por lo tanto, atendiendo a UdelaC, circunscribimos la investigación en este escenario como ámbito de aprendizaje no formalizado de la práctica periodística.

En la ciudad de Olavarría, gran cantidad de periodistas se han “hecho” en la práctica, sin transitar por los espacios institucionalizados de educación. Desde 1988 la ciudad ofrece, a su vez, la carrera de Comunicación Social, lo que ha planteado una polémica acerca de los ámbitos de formación y las prácticas que se generan en ellos: Saberes adquiridos en los medios (prácticos, empíricos) versus saberes adquiridos en la academia (teóricos, especulativos). Esta problemática permite, desde el análisis, abordar los modos de articulación y circulación de los saberes de la universidad de la calle y la universidad de la academia como dos instancias necesarias en la construcción de la episteme de un periodista.

De acuerdo a la perspectiva teórica del proyecto marco los discursos son registros semióticos de emociones, opiniones o comportamientos que permiten ubicarlos en un modelo social, cultural y político. Los saberes de la práctica periodística se producen en un “campo mediático” en el que las normas y comportamientos regulan las relaciones sociales de esa comunidad; pero también se establece la interacción con otros campos sociales (Ej. campo académico). El  contexto periodístico local no actúa sólo como telón de fondo de las prácticas sino como condición de posibilidad, como escenario donde se desarrollan y moldean ciertas prácticas, auque existe cierto margen de acción o “de maniobra”  de los sujetos (periodistas). 

En los comportamientos de los sujetos pueden reconocerse ciertas operaciones en las que está, a nuestra entender,  parte de la clave para detectar regularidades en las prácticas de los periodistas de oficio que, por su efectividad, son “legitimadas” para luego ser utilizadas en otras situaciones. De esta manera, se establece una zona de frontera entre el “éxito” probado en la práctica y la “eficacia” en tanto dominio del saber institucionalizado.

 

 

Recorte del problema

¿Qué es la Universidad de la Calle? En una primera aproximación, entendemos la Universidad de la calle como una práctica que implica ciertas formas de conocimiento que se diferencian de los saberes académicos. “La expresión Universidad de la Calle se refiere a esa suma de conocimientos que no se imparte en ninguna institución determinada, sino que se adquiere en el esfuerzo cotidiano por ganarse la vida y/ o por tener éxito en el logro de las metas sociales” (Prieto Castillo, D.: 1999;113)[4] Desde este posicionamiento es posible identificar situaciones de aprendizaje, que se producen más allá de los espacios formales de educación, y donde los sujetos aprehenden y operan dando lugar a otras significaciones.

El  sintagma “ Universidad de la calle” expresa un ideologema[5], que condensa una concepción del sentido social de los aprendizajes que se producen en la vida cotidiana. Como instancia de lucha simbólica el ideologema pone de manifiesto lo heredado y hegemónicamente consolidado que nos permite vincular lo particular a lo general: la relación entre las prácticas concretas y el proceso social; dialéctica de la comprensión crítica que permite abordar la dialéctica del pensamiento social.

Partimos de que el ideologema pone en escena una contradicción lógica, retórica del oxímoron en el lenguaje y en la praxis social.  Tomando, por consiguiente, el valor de legitimar dos tipos de conocimientos contradictorios (sentido común / buen sentido en términos gramscianos) hemos acordado que la expresión "Universidad de la Calle",  no designa el aprendizaje de ningún comportamiento específicamente delictivo (aunque puede no excluirlo), sino simplemente a la relación de enseñanza-aprendizaje acerca de contenidos comportamentales indispensables para la supervivencia social, que se aprenden por experiencia, en cuanto testigo ocasional de situaciones incidentales y no programadas. Dado que ningún programa pedagógico incluye a tales conocimientos entre sus objetivos, se los considera como degradados, vituperables y no merecedores de respaldo académico (¿o es a la inversa?). Esa práctica pone en funcionamiento aspectos cognitivos de los que existe poca conciencia, ya bien porque se prefiere dejarlos en el subconsciente, por no considerarlos dignos de tomar la forma de pensamientos concretos y políticamente estructurados, ya bien por remitirlos al inconsciente, en cuanto al deseo de ignorarlos para poder negar la importancia de lo vulgar en la construcción de la identidad.

O sea, como problema de investigación (o problema a explicar) aparece la identificación de situaciones o acontecimientos sociales que participen de esas contradictorias cualidades y, todavía más importante, que explique de qué modo coexisten tales cualidades en un mismo fenómeno y cómo convivimos nosotros con ellas. Todo esto es típico del signo: algo construye a otro, atribuyéndole las cualidades que provienen de su forma, y exigiéndole a un intérprete que lo asuma como hábito de su cotidianeidad.

 

Hacia la identificación del problema en nuestro escenario

 

“Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de lo mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran”

                                    Gabriel García Márquez  “El mejor oficio del mundo”

 

Una vez que nos “ubicamos” en el proyecto UdelaC decidimos abordar una vieja polémica que atraviesa la práctica profesional del comunicador: el oficio de periodista ¿Se adquiere con la experiencia como el texto de Márquez señala? ¿La carrera de comunicación social brinda herramientas útiles para trabajar como periodista? ¿El título de Comunicador Social cotiza más a la hora de ser seleccionado para trabajar como periodista? ¿Hay en nuestra ciudad medios en los que se diferencien y se coticen de modo distintos los saberes? Los limites y definiciones del oficio parecen ser un problema que los comunicadores sociales deben sobrellevar como hermanos menores en la historia del periodismo pero también como instancia de diferenciación y lucha por la legitimación.  

 Si bien los interrogantes exceden el marco de la investigación y demandan recortar un problema para “entrar” a trabajar; nos parecía que el escenario elegido nos permitía saltar el cerco de lo académico y adentrarnos en el mundo de la experiencia concreta para reflexionar acerca  de los umbrales que se producen en la formación académica. El saber académico promueve una imagen del periodista como “Comunicólogo” (productor de conocimientos) en lugar de comunicador: 

“Ha pasado por una sistematización de los conocimientos en la materia. Dispone una imagen intelectual importante pues se supone que cuenta con un bagaje de información integral para el óptimo desempeño de la labor profesional. Los años dedicados al estudio constituyeron una base común de apropiación de conocimientos teóricos para luego ejercitar de manera concreta el perfil que se desea adoptar para la práctica profesional” (Florencia Saithout, Tram(p)as Digital)

 

En la ciudad de Olavarría existen una gran cantidad de periodistas que no han accedido a una formación profesional y han desarrollado su oficio de modo intuitivo formándose, capacitándose en la práctica. Esos saberes los/as legitiman en los medios como “artesanos” o “amateur”; les permiten “competir” con los alumnos de la carrera de comunicación social.

Por lo tanto, el “escenario periodistas de oficio” toma como problema las relaciones de diálogo, lucha, transformación y resignificación entre la Universidad de la calle y la Carrera de comunicación social que se producen en las prácticas periodísticas. Nos planteamos una serie de interrogantes vinculados con:

a)      la construcción de saberes ¿Cómo se aprende a ser periodista?

b)      Las luchas simbólicas entre ambas instancias.

Respecto a la primera dimensión consideramos que los aprendizajes sociales se constituyen en la práctica y estructuran comunidades en las que, según Etienne Wenger (2001), la tarea y el aprendizaje se realizan simultáneamente, de manera que no se puede separar una de otra.  Este autor parte de la idea de que el aprendizaje es siempre intersubjetivo. La expresión “aprendizaje colectivo” se compone así de dos términos: “aprendizaje” alude al desarrollo de un desempeño competente en determinado contexto; “colectivo” da cuenta de un cierto tipo de “comunidad” en sentido amplio (grupos, equipos, organizaciones, asociaciones, etc.) cuyos integrantes están ligados por una historia, intereses comunes y algún grado de interacción.

Para Etienne Wenger, el sujeto colectivo capaz de aprender es la comunidad de práctica. Consiste en un conjunto de personas que comparten un emprendimiento en común, una identidad dada por la pertenencia a la comunidad, y un repertorio de recursos simbólicos y materiales. Wenger caracteriza a la organización como una constelación de comunidades de práctica, es decir, como un conjunto de comunidades de práctica que se entrelazan en torno a metas, reglas y creencias corporativas.

Desde la perspectiva de Wenger, la organización no es una máquina con forma de pirámide que se mueve por relaciones de mando y obediencia, como nos suele resultar “cómodo” creer. Todos sabemos que en las organizaciones las personas no hacen lo que sus jefes dicen que hagan sino más bien lo que sus jefes hacen. Los motores de la acción no están en la obediencia sino en el significado; la gente hace aquello a lo que le encuentra sentido. El sentido es una producción colectiva, se construye con los “otros significativos”. El autor marca el proceso que él llama la negociación del significado –del mundo- en el desarrollo de las comunidades de práctica.  Argumenta que negociar el significado es encontrar el sentido apropiado a la situación que requiere una acción para superarla y cumplir un objetivo.

La negociación del significado es ese proceso constante que tiene lugar en cada compromiso con la práctica. Por más que esa práctica forme parte de una actividad fuertemente pautada, cada vez que se presenta un nuevo compromiso con ella, tiene lugar una singularidad, ya que los contextos nunca son idénticos, y en cada nueva situación se producen significados que amplían, desvían, ignoran, reinterpretan, modifican o confirman la historia del significado anterior del que forman parte. El proceso de esta negociación puede tener diferente intensidad; es más manifiesta cuando se participa en actividades que requieren mayor interés que cuando se realizan prácticas rutinarias, pero el proceso es el mismo.

     El concepto de “negociación” implica que quien la lleva a cabo se encuentra en proceso de reajuste constante con el contexto cultural en que se produce, que no se limita al lenguaje, si bien en las relaciones de comunicación, los lenguajes tienen una presencia imprescindible, aunque no se los perciba conscientemente durante su desarrollo.

    La “negociación” es una interacción continua, de logro gradual y de un proceso de intercambio.  El significado así negociado es al mismo tiempo histórico y dinámico, contextual y único; al mismo tiempo  es interacción y acción, es la relación dinámica de vivir en el mundo.

 

 

 

Fronteras  de la práctica

 

Respecto de la segunda dimensión consideramos que en tanto los saberes de estas comunidades de práctica son cotizados por un mercado de trabajo (los medios) entran en disputa simbólica con otros saberes. Estas luchas  implican formas de dominación y resistencia entre un centro y una periferia. ¿Quién ocupa el centro en nuestro escenario? ¿Hay un centro definido en términos de periodistas de oficio?

 Para  problematizar el modo en que construyen los saberes los periodistas de oficio en las comunidades de práctica tomamos algunas nociones de Wenger:

 

Por otro lado, para entender las luchas simbólicas que se establecen entre ambas instancias (Universidad de la calle/ academia) seguimos a Pierre Bourdieu.

 La dominación simbólica, caracterizada como la lucha entre un centro y una periferia, es considerada por Pierre Bourdieu en términos de dos principios que remiten a la concepción de luchas simbólicas: a) no importa en qué condición simbólica funcione una cultura, tiende a organizarse como sistema simbólico; b) una dominación social tiene siempre efectos simbólicos sobre los grupos dominantes y dominados que asocia.

Estos principios conducen al problema de la autonomía de la cultura dominada: hipótesis que sostiene que todo grupo social tiende a organizar sus experiencias en un universo coherente[6]. Sin embargo, consideran que la “ambivalencia significante” de una cultura dominada- el hecho de que su concepción de mundo no sea unívoca, en ella aparecen sentidos compartidos con otras concepciones de mundo- pone en crisis la noción de autonomía para establecer que el “estatuto social de un objeto simbólico forma parte de la definición completa de su sentido cultural”, es decir la autonomía es relativa, hay que vincular la cultura dominada con la dominante. Este planteo propone discutir, sin invalidar los aportes de cada postura, con el relativismo cultural que sostiene que la cultura posee sus propios códigos, autosuficiente y, por otro, con la teoría de la legitimación cultural, que si bien toma en cuenta la dominación cultural, normaliza el consentimiento a la dominación en la medida que lo postula como legítimo.

 

 

¿Qué relación hay entre el habitus y  el conocimiento de la UdeLaC?

 

La acción social vinculada con el sentido práctico fue analizada por Pierre  Bourdieu, fundamentalmente el aspecto relacionado con la capacidad del actor para dar sentido a su experiencia y los componentes mentales inaccesibles para el científico social para dar cuenta de la verdadera razón de su actuar y en ese sentido del significado atribuible desde el propio actor a la acción. Según este autor, el dar cuenta de lo cotidiano conlleva un marco de sentido práctico que constituye una teoría de la práctica realizada a partir del situarse en la actividad real como tal,  constituida por el sistema de disposiciones estructuradas y estructurantes (-habitus-,  Bourdieu, 1981).

Una acción es producto del habitus impreso en el cuerpo y se vuelve manifiesto en el sentido práctico. Esto es, el sentido práctico está representado por aptitudes para moverse, actuar y orientarse según la posición ocupada en el campo social y de acuerdo con la lógica del propio campo.

El sentido práctico se manifiesta sin recurrir a la reflexión consciente, pues la parte inconsciente del habitus brinda una disposición de acciones automatizadas de acuerdo con los estímulos del medio –campo- . El habitus, al funcionar como principios generadores de prácticas permite que éstas puedan estar adaptadas a su fin sin que ello suponga la búsqueda consciente de fines y el dominio de reglas.

El sentido común  es explicado por Bourdieu en cuanto a la incorporación de la misma historia objetivada (sentido práctico) que permite en los agentes la producción de prácticas mutuamente comprensibles, las cuales, al ajustarse al sentido objetivo de la estructura forman el mundo del sentido común (Bourdieu, P.:1981;100).

El mundo práctico constituye la relación con el habitus como sistema de  estructuras cognitivas y motivacionales. El habitus como sistema objetivo incorporado en el actor, se manifiesta en el sentido práctico como soluciones aplicables que aparentemente se observan como invenciones individuales, deliberadas.

Las soluciones aplicables son producto de la historia (experiencia) que se depositan en los agentes como principios de percepción, pensamiento y acción y que garantizan la conformidad de las prácticas (materialización de la experiencia colectiva) y su actualización en tanto principios aplicados y con posibilidad de transformación en la aplicación misma.

El contraste entre los principios y su aplicación forman una unidad de sentido que pareciera previa (acción deliberada) cuando es en realidad un producto de las conductas engendradas por el habitus como conductas razonables o dotadas de sentido común. Así, el habitus y su confrontación con el acontecimiento dentro del campo ajusta las conductas pertinentes que, para autores como Giddens pueden ser juzgadas considerando el marco de sentido común dentro de un contexto cultural dado.

La práctica está dotada de tiempo, un tiempo continuo y distinto a la percepción atemporal del conocimiento científico, pero además, tiene una lógica que puede escapar a la aprehensión teórica pues contiene su propio universo de discurso que da sentido y que, al introducir la interrogación teórica para llevar al agente a la reflexión sobre su práctica, se pierde el punto de vista de la acción.

Para Bourdieu, lo propio de la práctica es que excluye la cuestión sobre su razón de ser, sus propósitos son expresados por omisión y entre silencios. La práctica excluye el retorno sobre sí (el pasado) ignorando los principios que la guían (habitus) y las posibilidades que encierra (estrategia) y que no puede se descubrir más que convirtiéndolas en acto, esto es, desplegándolas en el tiempo (Bourdieu,P.: 1981;154).

Los actos son producidos bajo la actualización (confrontación) del habitus con la situación creándose así las condiciones de la producción de las prácticas. Los actos son circunscritos a la expresión individual del habitus como una estructura subjetiva fundante de una variación estructural de otros, es decir, un habitus interiorizado que aparece como personal o individual por la singularidad de las estructuras producidas por experiencias anteriores y nuevas.

Las experiencias anteriores marcan un nivel de percepción o disposición en el habitus que al actualizarse en una circunstancia y campo, se enfrenta a experiencias denominadas “nuevas” pero que están pre-seleccionadas por los estímulos del ambiente que refuerzan la existencia del habitus dando una apariencia de futuro.

Según Bourdieu, el retorno reflexivo sobre la acción misma, cuando se establece por parte del científico social, está subordinado a una persecución de determinados resultados y no a la intención de explicar cómo se ha logrado determinada práctica o resultado (Bourdieu, 1981:154). La afirmación la realiza luego de exponer la lógica de la práctica como independiente de la lógica científica.

El sentido práctico, afirma, sólo puede funcionar dentro de la situación y funciona en el presente continuo atrapada por “eso de lo que se trata” y por las funciones prácticas que están en forma de potencialidades objetivas (habitus). La interdependencia entre habitus y la situación (campo) es la clave para observar la aparición de ciertas potencialidades que de otra manera, si no hubiera estímulo no se mostrarían.

 

 

Consideraciones finales

 

La oposición entre el oficio y la formación académica establece límites simbólicos que tienen efectos en las conceptualizaciones acerca de qué es el conocimiento; las mezclas e hibridaciones implican deconstruir la dicotomía y situarla como un conflicto social, más que una cuestión de capacidades cognitivas. Como señala Stuart Hall la fractura es más sencilla de localizar que la contradicción y, por otra parte, no hay contenidos fijos y las líneas divisorias que el sintagma elegido supo hacer saltar permiten comprender la lucha cultural que las instituciones intentan regular, disciplinar:

 

De hecho, reconoce que casi todas las formas culturales serán contradictorias en este sentido, compuestas por elementos antagónicos e inestables. El significado de una forma cultural y su lugar o posición en el campo cultural no se inscribe dentro de su forma. Ni su posición es siempre la misma. El símbolo o consigna radical de este año quedará neutralizado dentro de la moda del año próximo; al cabo de otro año, será objeto de una profunda nostalgia cultural. El rebelde que hoy canta canciones tradicionales aparecerá mañana en la portada del suplemento en color de The Observer. El significado de un símbolo cultural lo da en parte el campo social en el que se le incorpore, las prácticas con las que se articule y se le hace resonar. Lo que importa no son los objetos intrínseco son fijados históricamente de la cultura, sino el estado de juego en las relaciones culturales: hablando francamente y con un exceso de simplificación: lo que cuenta es la lucha de clases en la cultura y por la cultura.” (Stuart Hall, 1984)

 

Consideramos que hay espacios que pueden hacerse cargo en la formación del comunicador social para articular los saberes a través de las prácticas. Los talleres de formación en la carrera podrían ser la frontera entre los saberes de los periodistas de oficio y los futuros profesionales del periodismo. El enfrentamiento aísla a la Universidad  de la calle, espacio donde se configura la opinión pública. Dice un entrevistado:

“La Universidad de la Calle es en la cual vos aprendes, eh, todo, en todo sentido, digo, en el sentido de charlar con la gente y que la gente cuando te responde vos sabes de que te va ha hablar o como es, eh. El conocimiento con la gente es muy importante y para mi eso es La Universidad de la Calle. Yo prácticamente viví en la calle,  y sabes, y de acuerdo a eso, es como que te vas nutriendo de todo eso y experimentas, es un experimento, es muy bueno.”

 

El oficio y la profesión pueden y deben aliarse en tanto saber de la vida y saber disciplinar. Todos participamos de la UdelaC, pero sólo algunos la revindican como fuente del saber y son quienes no han podido ir a la Universidad y creen que la vida enseña.    

 

 

Bibliografía:

 

BOURDIEU, PIERRE (1981) The logic of practice California, Stanford University Press.

DE CERTAU, MICHEL  (1979) La invención de lo cotidiano, México, Universidad Iberoamericana.

GARCIA MARQUEZ, GABRIEL (1996) “El mejor oficio del mundo “, discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Los Ángeles, EE.UU., 7 octubre 1996 en http://www.ciudadseva.com/textos/otros/ggmmejor.htm

JAMESON, FREDERIC (1989)  Documentos de cultura Documentos de civilización, Madrid, Visor.

LAHIRE BERNARD comp. (2005) El trabajo sociológico de Pierre Bourdieu Buenos Aires, Siglo XXI.

MAGARIÑOS DE MORENTIN, Juan (1996). Los fundamentos lógicos de la semiótica y su práctica. Buenos Aires: Edicial

------------------------------------------(1998) Manual Operativo para la elaboración de definiciones contextuales y redes contrastantes", en Oficios Terrestres, No 5: 79-87; Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata; y en Signa, Revista de la Asociación Española de Semiótica, No 7: 233-253

------------------------------------------(.2003). Hacia una semiótica Indicial. A Coruña: Ediciós do Castro

STUART HALL (1984) Notas sobre la desconstrucción de «lo popular» en SAMUEL, Ralph (ed.). Historia popular y teoría socialista, Crítica, Barcelona.

WENGER, ETIENNE (2001) Comunidades de práctica.  Aprendizaje, significado e identidad, Barcelona, Paidós.

 


 

[1] La página web www.universidad-de-la-calle.com  es el soporte interactivo desde donde se construye  la investigación y esta abierta a todos los que comparten interés por la temática. 

[2] Extraído del Programa del Proyecto.  Punto 4.1: estado actual del conocimiento sobre el tema.

[3] Extraído del Programa del Proyecto. Punto 2.1: uso de la semiótica indicial.

 

[4] Extraído del Programa del Proyecto. Punto 1.4: resumen teórico.  

[5]  Ideologema es definido por  Frederic Jameson (1989) como “la expresión de un inconsciente político”,  que provoca una coagulación de sentidos en el discurso para clausurar el potencial dialógico del enunciado de tal modo que garantiza el mismo mensaje para todos. Como instancia de lucha simbólica el ideologema pone de manifiesto lo heredado y hegemónicamente consolidado.  

[6] Esta idea proviene de la Sociología de Weber que sostiene que “toda condición social es al mismo tiempo lugar y principio de una organización de la percepción de mundo en un “cosmos de relaciones dotadas de sentido”.