COMUNICACIONES, PONENCIAS, PUBLICACIONES: Trabajos presentados en congresos, jornadas y eventos nacionales e internacionales y publicaciones en diversos medios.


3.3.3, Mirta Bialogorski*. "JÓVENES COREANOS EN LA ARGENTINA: entre la cultura de origen, la cultura local y el 'McMundo' ", en el 2º Encuentro Nacional de Estudios Coreanos; organizado por el Centro de Estudios Coreanos del Departamento de Asia y el Pacífico, del Instituto de Relaciones Internacionales. Universidad Nacional de La Plata, Argentina; 24 y 25 de agosto 2006.

 

 

Este trabajo es un proyecto de investigación que tiene por finalidad estudiar los procesos de cambio identitarios y vinculares en jóvenes de origen coreano en el contexto de la sociedad argentina.

Estos jóvenes están en una situación histórica de transformación que resulta de la  salida de una cultura (la cultura de origen) y de entrada en otra (la cultura local) en una permanente dialéctica de proximidades y distancias respecto de ambas. Lo mismo ocurre en relación a otro fenómeno en el cual están inmersos, la presencia de un mundo estandarizado, un“Mc Mundo“(Sami Ben Harbia, 2005) que impone pautas y conductas que tienden a la homogeneización y uniformidad de los seres humanos más allá de las relaciones interpersonales cotidianas.

Nuestra línea de investigación se enmarca en lo que podríamos denominar una antropología del cambio y una semiótica de los bordes (Magariños de Morentin, 1996; 2006) Sostenemos que los sujetos son entidades en permanente transformación. Su sistema de pensamiento y de atribución de significado a los múltiples fenómenos que constituyen el universo de lo social, cambia histórica y contextualmente y construye mundos diferentes. Tales cambios serán aquellos que  permita el propio sistema cultural, aquello que está en sus bordes, entendiéndose esta noción como los ámbitos posibles de transformación de una cultura, los cuales  también van redefiniéndose de manera dinámica.

En esta etapa exploratoria, a partir de entrevistas etnográficas y observaciones de campo, hemos comenzado a registrar aquellos aspectos respecto de los cuales los jóvenes coreanos construyen  proximidades y distancias referidas a la cultura de origen y la cultura local. Asimismo, hemos comenzado a ver cómo emergen en su discurso,  ciertos comportamientos  “Mc mundializados” propios de una cultura global.

 

Los procesos de identificación con la cultura de origen: proximidad y distancia

 

Los jóvenes coreanos en su discurso verbal construyen la proximidad con la cultura de origen a través de la afirmación de un “deber ser” entendido como la asunción de valores esperados y esperables por la comunidad de pertenencia

Así, la obediencia a los padres aparece mencionada y aceptada en relación a  aspectos puntuales tales como:

El compromiso con el estudio

La profesionalización

La elección de la carrera universitaria

El trabajo en la empresa familiar

El mantenimiento de ciertas tradiciones y valores culturales y religiosos

La elección del cónyuge , etc.

La alusión al conocimiento de la lengua materna es otro elemento fundamental en la construcción de la proximidad aunque ya no se presenta únicamente como un deber sino como una elección y hasta como una necesidad. En principio, porque emerge como el medio de comunicación en el espacio privado (aunque ya no exclusivamente como en la generación anterior) (Bialogorski, 2004), luego, porque permite a los jóvenes interactuar virtualmente con connacionales insertos en distintos contextos inmigratorios y estar en contacto permanente con la cultura del país de origen a través de Internet y de otros canales de comunicación (televisión satelital, videos, cine) Se menciona incluso el entusiasmo e interés por perfeccionar el  idioma coreano, asistiendo a cursos especializados, difundidos hoy día en Buenos Aires.

La jerarquía de edad es otro valor tradicional al que se le adjudica un gran arraigo en la cultura coreana y que conlleva  determinadas formas de conducta, con fórmulas de apelación y tratamiento específicas. Aún cuando las diferencias de edad ocurran dentro del mismo rango generacional pero fuera de los límites de la comunidad, los adolescentes y jóvenes aseguran que mantienen esta costumbre.

Respecto del  ámbito de la interacción social, jugar al fútbol, divertirse, comer, cantar, charlar son actividades que los entrevistados admiten realizar mayoritariamente, dentro de la colectividad, se trate de instituciones religiosas cualquiera sea su filiación, como de distintos lugares de esparcimiento que los reúnen.

En este caso, la proximidad se establece  al menos por tres factores: a. obediencia  a un discurso predominante que alienta el vínculo endogrupal; b. imposibilidad de los jóvenes para relacionarse con pares pertenecientes a una cultura percibida todavía como muy diferente, la cultura argentina, reconociendo no obstante, el efecto de distancia que ello produce c. elección personal. Muchos jóvenes admiten explícitamente su deseo de conservar modalidades de esparcimiento propias de la cultura coreana (temas de conversación, tipos de salida, preferencias gastronómicas).

El conjunto de aspectos mencionados encuentra sin embargo, su contraste en un discurso que cuestiona o directamente contradice ese “deber ser”.  De este modo, en los testimonios recogidos, se hace alusión a un conjunto de decisiones que dan cuenta de una desobediencia a la autoridad paterna en cuestiones tales como:

La elección del cónyuge (se afirma una predilección por la exogramia)

La adopción de una orientación religiosa (se opta por una diferente a la de los padres);

El desarrollo de la vida social (se plantea por fuera de las instituciones comunitarias, especialmente de las religiosas);

El compromiso con el estudio (se desatiende, se abandona la escuela secundaria, no se sigue una carrera universitaria)

La inserción laboral (se rechaza la participación en la empresa familiar y/o la profesionalización)

El respeto a los mayores (de dejan de lado formas de tratamiento diferenciales basadas en la jerarquía de edad).

 

Más allá de que estos discursos puntuales demarcan áreas de distanciamiento, resultan importantes de registrar en la investigación, en cuanto son indicadores de aquellas zonas posibles de transformación de la cultura de base, es decir, de sus bordes.

 

Los procesos de identificación con la cultura local: proximidad y distancia

 

Hay elementos propios de la cultura local ya internalizados en los jóvenes coreanos que se advierten en la interacción endogrupal. Hemos constatado a través de entrevistas y de la observación de comportamientos, que los adolescentes por ejemplo, hablan entre sí en castellano aún manejando el idioma materno e interactuando en espacios comunitarios. Actitud  que no se registraba entre chicos de la generación anterior que preferían el uso del coreano aún en ámbitos argentinos como la escuela y habiendo incorporado el castellano desde pequeños.

Pero la lengua por sí misma es una imposición. Sólo construye proximidad cuando se la percibe simbólicamente como un factor de acercamiento que modifica de alguna manera el vínculo. Un ejemplo es cuando se hace referencia a la posibilidad de transmitir emociones “en castellano” (y por eso también se la utiliza a nivel intragrupal); cuando se alude a las madres jóvenes que no sienten dificultades para establecer contacto con las instituciones educativas de sus hijos (a diferencia de sus abuelas) y, sobre todo, cuando la lengua ha dejado de aparecer en el imaginario como el principal obstáculo en la comunicación con el argentino.

Por otra parte, se dibujan áreas de proximidad con la cultura local cuando los entrevistados dan cuenta de haber adoptado algunas de las costumbres vigentes. Se trata en particular, de actividades ligadas al tiempo ocioso (el “pijama party” entre los adolescentes, entre los mayores, el café con amigos “de dos horas como los argentinos y no de quince minutos como los coreanos”); a la gastronomía; al uso de ciertos apelativos en el trato entre pares; etc..

Sin embargo, lo que prima aún, al menos en el discurso registrado, es una tendencia a la separación entre aquello que se hace y se dice con los pares argentinos por un lado, y aquello que se hace y se dice con pares coreanos, por otro. La amistad por ejemplo, se experimenta de manera diferente: los temas de conversación cambian, los lugares que se frecuentan son otros (“con mis amigas argentinas voy a Plaza Francia, tomamos mate; con mis amigas coreanas, no”; “con los argentinos hablamos de Boca, de River, con los coreanos, casi no”),  las actitudes varían (“Yo no hago diferencia con mis amigas argentinas por ser  más chicas que yo”)

Incluso el sentido del humor, elemento muy mencionado en referencia al intercambio personal construye distanciamiento entre unos y otros  (“a los argentinos y coreanos no nos hacen reír las mismas cosas”). También lo hace la imagen que se  adjudica a los argentinos, según la cual  “no es posible ser coreano y argentino al mismo tiempo”.

La tensión entre ambas instancias se hace presente y llega a un máximo punto de conflictividad subjetiva cuando se pone en cuestión la propia identidad y los propios modos de comportamiento: “…nosotros, hijos de inmigrantes, no sabemos de dónde venimos ni si somos lo que somos…Es una carga tener que hacer lo que a tu viejo le guste y que no vaya tanto a lo argentino ni tanto a lo coreano”

Un punto que precisamente, nos interesa investigar es qué implica comportarse como argentino. ¿Supone imitar determinadas conductas? Si es así, ¿cuáles y por qué esas? Cabe aclarar que hablamos de imitación en cuanto forma de aprendizaje social inteligente  (Conte y Paolucci, 2001), es decir, como  un complejo conjunto de representaciones y procesos cognitivos que permite a los individuos adquirir información del entorno y aprender a dar nuevo significado (o nuevo contexto)  a una conducta dada  En este sentido, supone tanto tomar ciertos fragmentos de comportamiento observados en la experiencia cotidiana e incorporarlos a la propia estructura a modo de “ensamblaje” como ir integrando progresivamente elementos conductuales en un orden creciente de complejidad y que resultan eficaces para distintos objetivos (Visetti, 2004).

Poner en relación la construcción que los jóvenes realizan de los dos espacios diferenciados –el coreano y el argentino- nos permitirá indagar en qué medida la proximidad y distancia respecto de uno es o no, independiente de la proximidad y distancia respecto del otro  e identificar cuáles son las componentes culturales y los procesos que permiten o imposibilitan el cambio. No sugerimos que en la interrelación todo coreano deba cambiar o que deba hacerlo todo argentino, sino que simplemente hay una manera de interactuar y de significar que necesariamente va provocando variaciones de actitudes, de valoraciones, de personalidad, etc. redefiniendo los términos de cercanía y distancia. Así ocurre por ejemplo, con la emergencia de un discurso que enfatiza la afinidad de intereses por sobre la etnicidad, en relación con el concepto de la amistad.

 

Ni  “coreanos” ni “argentinos”, ¿“Mc Mundializados”?

 

Los jóvenes inmigrantes o  hijos de inmigrantes sea cual fuere su nacionalidad están absorbiendo valores y conductas propias de un mundo estandarizado, un mundo  que, como decíamos al principio, Sami Ben Harbia (2005)  denomina “Mc Mundo”. Las industrias culturales,  la circulación de la información, los mass media, imponen ideologías sustentadas y que sustentan sistemas económicos, políticos y sociales que tienden a la uniformidad de los seres humanos. Desde esta perspectiva, la cultura “universal” pasa a ser la cultura del consumidor, es decir, la cultura occidental con ciertos toques de aportes no occidentales de otras culturas (Ibid)  .

El “Mc Mundo” opera imponiendo en las diversas sociedades, actitudes y modelos en cuanto a formas de vida, de vestir, de actuar, de ocupar el tiempo ocioso, de entretenerse intentando anular diferencias. Y este es un escenario común tanto para coreanos como para argentinos estén donde estén insertos, ya que las barreras nacionales no cuentan. Desde el rock, los ciber café, el consumo de determinadas marcas de ropa, celulares, zapatillas, bebidas, el Mc Mundo impacta sobre los jóvenes.

Mucho se ha escrito sobre la globalización y el nuevo escenario sociocultural pero resulta siempre interesante observar cómo juega este modelo en los casos situados histórica y contextualmente, como es el que nos ocupa. Los jóvenes de origen coreano hoy día en la sociedad argentina, afirman los beneficios de las nuevas tecnologías de información para conectarse (por chat, correo electrónico, etc..) como hemos visto, con inmigrantes de origen coreano en otras sociedades, así como para mantener contactos fluidos con el país de origen teniendo acceso a las producciones culturales, artísticas, etc..

Con respecto a la Argentina, sugieren que “la globalización en los últimos 20 años ha hecho que los argentinos supieran más de los orientales” a través del cine, la televisión, la comunicación mediática en general, y que así se hayan familiarizado con el coreano incidiendo positivamente en la interacción.

Habría que ver sin embargo, hasta qué punto la adopción de comportamientos y valores estandarizados genera a nivel simbólico, espacios de proximidad y crea bases de acercamiento en la convivencia concreta. Por ejemplo, chicos coreanos señalan que si bien  comparten con los argentinos  igual gusto por los juegos en red  en los ciber café, optan en su mayoría por reunirse en los locales que pertenecen a miembros de la colectividad y que forman parte del circuito  comunitario de esparcimiento, más allá de que puedan verse algunos rasgos occidentales.

En este caso, la propuesta Mc Mundo opera como un mecanismo más de refuerzo del vínculo endogrupal (local y translocal)  y no tanto de expansión hacia el contexto argentino.

Pero pensemos también, que el Mc Mundo propone a los jóvenes otras situaciones en torno a formas de vida e inserción laboral y exige nuevas respuestas que transforman los procesos de identificación e interrelación. Un caso que podemos tomar como paradigmático es el de una joven coreana que llegó al país de pequeña y se recibió de locutora en el Instituto Superior de Radiofonía (ISER). Ello significó según su expresión, vencer la barrera del idioma y entrar en un mundo cerrado para el coreano sin, desde luego, abandonar el propio. Ser convocada por un canal de televisión argentino fue el otro logro atribuido  a su capacidad, pero sobre todo, al hecho de ser “diferente” y  asumir esta diferencia como un beneficio. Más allá de una convergencia entre lo argentino (simbolizado por la lengua) y  lo coreano (simbolizado por los diacríricos físicos), lo que observamos es que se produce un nuevo movimiento. La joven asume otra posición que no responde ya a las pautas ni de un referente  ni de otro, sino a las de un ámbito Mc Mundo, representado aquí, por el medio de comunicación al cual  deberá adaptarse y que tiene sus propias estrategias como por ejemplo, imponer una imagen “original”.

 

Consideraciones finales

 

La manera en la cual se va configurando el joven coreano  como integrante de la sociedad argentina  implica un proceso de transformación complejo.

No hay una identidad coreana, hay individuos de origen coreano en cuyo discurso se expresan, como hemos visto, rasgos de afinidad y diferencia respecto de las distintas realidades en las que se encuentran inmersos.

Asumir o rechazar lo argentino; asumir o rechazar lo coreano; combinar elementos de uno y otro y “Mc mundializarse”, así es el  modo en que va construyendo su identificación el joven coreano en este contexto y así es cómo aparece el mundo para él. Un mundo complejo dado que tiene la versión coreana, la argentina y la  suya propia que incluye  el beneficio, la utilidad, las posibilidades que le brinda el “Mc Mundo” para encarar su presente y su futuro.

Cuando afirma “soy y no soy coreano (o argentino)” o “soy coreano y argentino” ya va marcando proximidades y distancias y está nombrando el cambio. Se nos plantean entonces una serie de preguntas: ¿en qué momento los jóvenes consideran que dejan de “ser coreanos” y empiezan a  percibirse o bien como argentinos o bien como jóvenes de origen coreano que viven en este país? ¿Qué es para ellos lo estrictamente coreano, esto es, qué es aquello a lo cual no renunciarían estando en la Argentina? Qué es lo que más les cuesta asumir de este contexto visto todavía como diferente? ¿Qué es lo que toman de él? ¿Qué van a cambiar de la propia herencia cultural?

Para responder a estas cuestiones proponemos trabajar con mirada etnográfica y semiótica, sobre los bordes, es decir, sobre los ámbitos de transformaciones posibles del universo cognitivo y simbólico de los jóvenes de origen coreano hoy día en esta sociedad, atendiendo a la emergencia de nuevas significaciones y comportamientos que irán construyendo un modelo dinámico de identidad (es) y de convivencia en este escenario. Este es el planteamiento y el desafío.

 

Bibliografía citada

Ben Harbia, Sami (2005) Où finit la cultura et où commence le commerce?

Pensées-http.//kitab-articles.blogspot.com

Bialogorski, Mirta (2004) “La presencia coreana en la Argentina. Construcción de una experiencia migratoria”. Tesis de Doctorado de la Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.

http://www.centro-de-semiotica.com.ar/indice.htm#BIBLIOTECA

Bialogorski, Mirta (2006) La experiencia coreana en la Argentina, ¿hacia una construcción de la integración?” http://www.ceaa.colmex.mx/estudios coreanos/images/mirta.pdf

Conte, Rosaria y Mario Paolucci (2001) Aprendizaje social inteligente. Journal of Artificial Societies and Social Simulation vol. 4, no. 1, Traducción de Giovanna Winchkler

Magariños de Morentin, Juan (1996) Los Fundamentos lógicos de la Semiótica y su práctica. Ed.Edicial. Buenos Aires.

Magariños de Morentin, Juan (2006) Nuevas Formas de la Semiótica.

http//www.universidad-de-la-calle.com/NuevasFormas.html

Visetti, Yves-Marie (2004)  Constructivismes, émergences: une analyse sémantique et thématique. Intellectica, 2004/2, 39, pp.229-59

 


* Dra. en Ciencias Antropológicas (Universidad de Buenos Aires)