Conocimiento y (co) producción de territorios.
Amarillo, Belén; Ramirez, Homero y otros.
Iru Agrupación Independiente de estudiantes y egresados de la facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral.
Tel. 0342 – 4526648 / CP: 3000 / iru@argentina.com
La práctica crítica no se reduce a la mera aplicación del conocimiento que viene de afuera de ella: ella misma genera la necesidad de la reformulación del conocimiento.
De Paula Faleiros
Cuando la barrera entre incluidos y excluidos ha sido naturalizada, confundimos desigualdad con diferencia, y al fin el hombre se ve constreñido por las fuerzas de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás (Marx, Engels, 2003). La disciplina rige el conocimiento, puesto que el límite que establece reproduce las desigualdades. Esa desigualdad crea la contradicción y en ella se gestan las resistencias.
El presente trabajo sistematiza la aproximación al hábitat popular de un espacio de conocimiento construido entre estudiantes y egresados de la Universidad Pública y actores sociales vinculados al territorio. La Agrupación Iru nace en el marco de la crisis política del año 2001, con el recorte presupuestario a la educación y tomó como principal campo de acción a la Universidad Pública.
De este modo, las prácticas asumidas parten de la firme convicción de revisar el modelo universitario vigente y resistir al proyecto de conocimiento único. De esta manera, se plantea la necesidad de practicar y repensar la noción de extensión, no como fin del proceso de conocimiento sino como parte indispensable de su producción y su proyección en una construcción alternativa de formación profesional y organización social.
Del proceso que comenzó hace 4 años intentando unir teoría y práctica, surge hoy la idea del conocimiento como praxis social y la extensión como práctica intencionada, operando en el triangulo poder-derecho-verdad, desde el territorio y desde la Universidad. Puesto que: ante el conflicto de un saber con otro por conseguir la validez, el examen se ve forzado por la vigilancia de los órganos estatales, como así también privados que a través de mecanismos económicos direccionan la cultura científica, a detenerse ante los supuestos alcanzados aunque exista una motivación a ir mas allá por la latencia del conflicto social. El estado ya no puede cerrar la brecha que el fin de la comunidad primitiva dejó abierta para siempre: brecha por la cual se desliza un incesante intento de re-examinar las fuentes de donde se deriva en última instancia toda autoridad. Esta en la naturaleza más íntima de la lucha de clases, el poner de nuevo en "tela de juicio" el carácter "sacrosanto" de los presupuestos que el Estado pretende preservar. (J. Samaja, 1993)
En América Latina, la región de las venas abiertas (Galeano, 1971), nos rigen desde hace 500 años el tiempo y el espacio de otros, pero en el tiempo y el espacio también emergen resistencias y alternativas. En la contradicción entre una totalidad estructurada (división del trabajo) y un conflicto (explotación), justificados y legitimados por una construcción histórica oficial de las disciplinas y los saberes.
El incremento del conflicto social en el territorio latinoamericano desde hace décadas tiene una base objetiva (Izaguirre, 2004). En Argentina, los sucesos de diciembre del 2001[1] han dejado abierto un debate sobre las continuidades de las luchas sociales que el poder hegemónico pretendió y pretende destruir material y simbólicamente.
El escenario político emergente permitió el desarrollo de organizaciones de base fundadas sobre las premisas de la participación y la democracia directa, que significó un fortalecimiento de los espacios de militancia al tiempo que implicó la rediscusión de la idea misma de democracia, constituyéndose en un punto de inflexión en la experiencia social posterior a la dictadura financiera y militar de la década del 70. En general, los nuevos actores se caracterizaron por su organización espontánea, su independencia de estructuras partidarias y la pluralidad política.
Las versiones políticas surgidas en este escenario por oposición a una clase política que representa un capitalismo desenfrenado sin escrúpulos que no está en condiciones de impulsar un contra-discurso (Zemelman Hugo, 2004), han retomado y/o reinventado las formas de militancia sobre sus campos específicos de surgimiento y composición; y con el tiempo redescubierto su contacto con luchas silenciadas del pasado.
Es a partir de los saberes sedimentados por las luchas sociales, del análisis sistemático de las relaciones que dieron origen al diciembre de 2001, de las estrategias políticas de supervivencia y resistencia[2], y de la institucionalización de las experiencias, que se producen conflictos de intereses entre las organizaciones de diferentes fracciones sociales, generando nuevos ajustes identitarios. En algunos sectores, madura una creciente conciencia del carácter estructural de estos conflictos. Se pasa entonces de la crisis de representación a la conciencia en el campo de producción social.
En este proceso general, las identidades, los conflictos y categorías que las producen y/o reproducen se han transformado. En este punto muchas de las agrupaciones universitarias, emergentes en aquel contexto, manifiestamente contra-hegemónicas, han ido arribando a un punto de convergencia, donde la praxis social y el reto de construir un nuevo profesional configuran el horizonte de las prácticas políticas.
Nuestra práctica implica entonces un compromiso con la producción social de un hábitat no excluyente mediante la práctica intencionada, una praxis (producción teórico-práctica) sobre un territorio determinado conectado a procesos de lucha con distintas temporalidades.
Discutir la matriz ideológica del conocimiento y la disciplina en las Jornadas de Hábitat Popular organizadas desde el año 2004 a través Centro de Estudiantes; pensar la matriz desigual y excluyente del acceso a los medios para una vida digna y la naturalización de la barrera entre incluidos y excluidos, fue nuestra manera de construirnos una mirada para no quedarnos ahí…mirando.
Venimos con la mirada serena de la razón a defender el derecho no escrito a soñar. Nosotros, que venimos del olvido, queremos recordarles que también soñamos.
VeSinTecho San Martín de los Andes – 3ras Jornadas de Hábitat Popular – 2007
Analizar el contexto universitario, el contexto de (re) producción del conocimiento, implica pensarlo desde las condiciones y relaciones de producción del orden social.
La “reforma neoliberal”, la ingeniería político-social implementada desde los 90, no implicó la modificación de las reglas fundamentales en que se funda el sistema capitalista como organización social, política y económica.
En este contexto, se operó un profundo cambio en el sistema universitario argentino, si bien la privatización directa fue evitada. El impacto neoliberal, cristalizado en la Ley de Educación Superior[3], generó un mercado universitario híbrido (público-privado) y competitivo, regulado por agencias estatales, que definen a la universidad como una organización determinada por fines (Naishtat, Toer,2005). Dicho proceso se extiende a todos los sistemas educativos latinoamericanos con arreglos jurídico-institucionales locales.
Lo que parece intensificarse es el rasgo típico de la universidad de ser el agente monopolizador de la producción y la difusión del saber legítimo, como de la determinación autoreferente de sus productos y sus usuarios legítimos.
Este modelo universitario, sus objetivos y mecanismos, es el eslabón necesario para imponer “el pensamiento único”, basado en la fragmentación y tecnificación del conocimiento. El abordaje superficial y fetichizado de la realidad social es la característica principal para reproducir una visión única del conocimiento, o sea de un saber uniforme, centralizado y jerárquico.
En este sentido las categorías utilizadas en la construcción disciplinar tienden al disimulo del conflicto y al sostenimiento de la lógica que lo genera. Es por esto que consideramos el hábitat popular no como una unidad fraccionada de conocimiento, sino como un conflicto que atraviesa toda la construcción y legitimación del mismo. Más aún, es necesario no sólo concebir el hábitat popular relacionalmente en la producción del territorio, sino además observar los mecanismos que diluyen su carácter conflictivo. Sobre todo contraponer a la concepción que se centra en el compromiso individual y la sensibilidad del profesional, la rigurosidad del conocimiento que no puede negar la contradicción ni disimularla.
“No se trata de objetivar y adjetivar el conflicto desde fuera, sino reconocer que formas adoptan estos conflictos en nuestras propias herramientas que aprehenden el espacio, y como construyen su disimulado aporte para sostener el espacio disciplinado” (IRU, 2007).
<<Postulamos así la urgencia de colaborar en la construcción de un juicio moral que haga posible la ruptura de la obediencia acrítica a la autoridad, haciendo observable y promoviendo la desobediencia debida a todo orden de inhumanidad>>
Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. Chile 1999
En las Universidades latinoamericanas es necesario superar la periferización que sufren las preocupaciones por la desigualdad y la explotación ante la centralidad de las prácticas sustentables del mercado. A fin de construir una praxis que aspire a transformar su contexto de producción. Relación dialéctica: práctica critica y autocrítica, transformación de la realidad y el conocimiento que la conoce es conocimiento social. Alternativa a la cosificación, a la división en unidades conforme a la división capitalista del trabajo que promueve la apropiación privada del conocimiento y tiene como fin reproducir el régimen de propiedad que genera la desigualdad.
La reciente expansión capitalista financiera requirió de la derrota, el retroceso o la cooptación objetiva de las izquierdas en el mundo, y en general de las clases subordinadas en la sociedad. La negación, la persecución, la devaluación y hasta el silencio de los que disputaron el poder, fueron estrategias corrientes en el campo político-académico de las ciencias sociales (Izaguirre, 2004).
Es necesario establecer que la fuerza hegemónica del pensamiento neoliberal, reside en la capacidad de presentar su propia narrativa histórica -el conocimiento objetivo, científico y universal- y su visión de la sociedad moderna como la forma más avanzada de la experiencia humana. La eficacia discursiva naturalizante de las ciencias sociales, implica dos dimensiones diferentes en estrecha imbricación: Por un lado, la forma de construir el conocimiento, en base a sucesivas separaciones de “lo real” y por otro lado, la articulación de los saberes modernos con la organización del poder. (Lander, 1993).
Las disciplinas estructuran un modo de aproximarse a la realidad en fragmentos, generando una creciente dificultad para entender la totalidad y sujetando de esta manera el pensamiento al orden impuesto. En general, la práctica universitaria y su praxis del conocimiento escinden la enseñanza, la investigación y la extensión como tres momentos estancos de la experiencia. Configura así instancias pasivas donde la transferencia es la modalidad predominante de la reproducción y apropiación del conocimiento. De allí, será la enseñanza un disciplinamiento técnico, la investigación un servicio dirigible y contratable y la extensión una venta de productos y servicios. Múltiples mecanismos naturalizan la idea de “usuarios y productores de conocimiento” (Mollis, 2003: en Ferrari, 2005). El conocimiento como bien, es ya una mercancía.
Vincular la Universidad con la sociedad no puede limitarse a responder a las demandas de una sociedad dominada por el capital, ya que no sólo la apropiación del conocimiento es así privada, sino que la naturaleza misma del conocimiento legitima la dominación, reproduciendo la desigualdad. El contexto de producción de conocimiento está atravesado como espacio de disputa por la hegemonía, como espacio de producción de “sentidos”, central en la constitución de la realidad, en la medida en que no sólo implica representaciones sino formas de actuar en el mundo. La producción del conocimiento, lejos de configurar una historia lineal, dónde solo fuera visible la dominación o la hegemonía, es un proceso cargado de tensiones y contradicciones.
Pero hubo quienes fueron y son de abajo. Ellos y ellas nos heredaron, no un mundo nuevo, completo y acabado, pero sí algunas claves o cifras para unir esos fragmentos dispersos, y armar el rompecabezas del ayer, abrirle una rendija al muro, dibujar una ventana, construir una puerta.
Subcomandante Insurgente Marcos
Foto 01: Solsticio en La Verdecita Foto 02: S.U.M en construcción
Disciplinarmente lo objetual se constituye en el límite de todas las prácticas “arquitectónicas”. La extensión universitaria devenida en práctica intencionada ha sido nuestra manera de relocalizar el problema del conocimiento, estableciendo lo específico del hábitat más allá del objeto construido. Abordando la práctica territorial desde el trabajo de campo, gremial, académico, estudiantil y profesional.
Trabajar sobre problemáticas concretas nos permite reconocer el conflicto oculto en las categorías disciplinares y los modos de validación del saber. Y a la vez construir conciencia que la práctica implica transformación o legitimación de las relaciones sociales de producción.
A las diferentes prácticas sociales corresponderán distintas formas de conciencia social (Dri, 2005). La determinación de las condiciones de la práctica determina un modo de producir conocimiento. En este sentido, la elección de los actores y territorios sociales son una clave para la co-producción de un conocimiento y una práctica contrahegemónicos.
Desde un primer trabajo con el CEPSgen[4] y la Red Interbarrial de mujeres en la Granja Agroecológica La Verdecita al proyecto “Construyendo el hábitat entre todas y todos”[5] hemos transitado por la producción del espacio en el plano productivo, residencial y público.
La Verdecita, (los pies en la tierra).
Una jornada de intercambio en torno al diseño, la implantación en el lote y las actividades complementarias inaugura el trabajo del salón de usos múltiples, donde se realizaran tareas productivas y de capacitación. Entre el Barrio y la Universidad decidimos la mejor opción para la apropiación del terreno y la nueva tecnología.
Se propone utilizar tierra como material de construcción y se define utilizar la técnica de mampostería de bloques de suelo estabilizado para la ejecución de los cerramientos, por su cercanía en ejecución con las técnicas para la que ya se habían capacitado las mujeres de la red inter-barrial.
De esta manera nos encontrábamos como Universidad con una primera práctica concreta en el encuentro con un sector ausente en la currícula y el abordaje de una problemática habitacional hasta ahora inédita, sin mencionar el aspecto tecnológico que también requería de un estudio particular, ya que en la zona no existían experiencias similares.
Intentando abordar el proyecto integralmente y teniendo en cuenta la deficiencia habitacional de los hogares de las mujeres que participarían del proceso se define trabajar con técnicas que posteriormente puedan ser trasladadas para futuras mejoras de sus viviendas. Debido a esto y los escasos recursos de financiación se decide trabajar con elementos donados o comprados a bajo costo buscando optimizarlos como elementos constructivos. Bloques de hormigón de descarte, chapa de segunda clavadura y aberturas de madera a ser restauradas.
Así surgieron los talleres de experimentación con el material y el acercamiento a las técnicas en que se fueron entretejiendo los tiempos reales con modos de organización y posibilidades constructivas.
La formación tradicional implementada por la academia y sus métodos de transmisión de conocimientos apartados de la práctica, ha fomentado en muchos aspectos una desintegración de los vínculos entre institución y sociedad que se percibe en el accionar del profesional. En muchos casos por no considerar la problemática compleja del hábitat como propia y en otros caracterizados por la soberbia del saber hegemónico.
Foto 03: Salón de bloques de tierra comprimida.
El 29 (piecitos mojados)
Para jugar… para descansar…para el teatro…para la murga…para los chicos…para los grandes… para que crezcan las flores y el futuro: la plaza crece desde el pié…
Foto 04: Barrio 29 de Abril III Foto 05: Diseñando la plaza del 29
La continuidad en el trabajo se desarrolla en mejoras de viviendas de integrantes de la red y el abordaje del espacio publico en el barrio 29 de abril lII. Operando tanto en el fortalecimiento de la red, como en la reflexión y redefinición de la práctica territorial en relación a diferentes planos y actores de la realidad. Su problematización en el proceso del conocimiento y las relaciones de poder que sustentan. Cristalizados en la coyuntura política de la ciudad, donde la relación universidad-municipalidad-privados evidencian tanto las múltiples formas que adopta el estado, y sus herramientas de disciplinamiento y cooptación, como sus procesos de materialización y movilidad urbana.
La periferia de la ciudad de Santa Fe, como en el resto de la provincia del boom sojero, está lejos de los parámetros del respeto más elementales de los derechos humanos: hacinamiento, falta de servicios básicos, carencias alimenticias, sin servicios públicos de salud y educativos cercanos. Las familias son mayoritariamente beneficiarias del subsidio para desocupados otorgado por el gobierno nacional denominado “Plan Jefas y Jefes de Hogar” cuyo monto mensual es de $150.
El Barrio 29 de abril III emerge como relocalización programada del gobierno municipal para familias que perdieron sus viviendas en la inundación que comenzara el 29 de abril del año 2003. El 90% son jefas de hogar con un promedio de 5 hijos cada una. Las viviendas están construidas con paredes de plástico que actúan de encofrado, y rellenas con cemento y arena, tienen una dimensión de 24 m². Pensadas como viviendas transitorias de emergencia se constituyeron en viviendas permanentes.
Foto 06, foto 07: Construcción de la plaza en el 29 de Abril III
La decisión de construir una plaza, apropiando un espacio público del CIC (centro de integración comunitaria) inconcluso desde hace cuatro años, aglutinó intereses comunes y la necesidad de articular el reclamo del resto de los derechos expropiados. Poniendo en juego diversas relaciones políticas e identitarias construidas sobre la naturalización de la exclusión entre actores internos y externos al barrio, redefiniendo territorios y visibilizando un estado presuntamente ausente.
A partir del diseño colectivo de espacios, aprendizajes conjuntos de tecnologías y prácticas asamblearias para la definición de prioridades y mecanismos políticos de disputa se generan nuevas confrontaciones en el territorio y reformulaciones en la lucha teórica. La necesidad de crear abordajes que contemplen estructuralmente las problemáticas especificas emergentes en la práctica y desburocraticen los marcos institucionales que hasta hoy las contienen en el cerco de la división capitalista del trabajo, sus alianzas locales y su lógica acumulativa como parámetro de validación.
Foto 08, foto 09: Construcción de la plaza en el 29 de Abril III
De este modo la formulación del problema se construye trascendiendo el objeto-forma y lo sitúa en un lugar del territorio y de la lógica de reproducción social que sobre él se reproduce. La intervención puntual necesita de la generación de condiciones a través del reconocimiento de las relaciones sociales a intervenir vinculadas a la problemática estructural co-produciendo herramientas y estrategias de resistencia política y espacial.
Ante un poder hegemónico y el despliegue de su trama estatal legitimante que expropia las condiciones de vida en diferentes momentos del proceso histórico del territorio, en un rincón de la ciudad de Santa fe, los expropiados resisten construyendo el enorme derecho a jugar.
Foto 10: Produciendo territorio
Comunicados del EZLN, Siete imágenes de nuestro mundo Selección., Tierra del Sur, Argentina, 2005.
De Paula Faleiros, Vicente: Estrategias de empowerment en trabajo social. Argentina, Grupo editorial Lumen Humanitas, 2003
Ferrari, Paola: Políticas Universitarias, estrategias de gestión y privatización del espacio público en Gentini, Pablo y Levy, Betina (comp.) Espacio público y privatización del conocimiento. Estudios sobre Políticas universitarias en América Latina. Bs. As, CLACSO, 2005
Izaguirre, Inés: “Algunos ejes teórico-metodológicos en el estudio del conflicto social” en Seoane José (comp.) Movimientos sociales y conflicto en América Latina. Bs. As., CLACSO, 2004.
Edgardo, Lander Compilador. La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Bs. As., CLACSO, 1993.
Zemelman, Hugo: “Hacia una estrategia de análisis coyuntural” en Seoane José (comp.) Movimientos sociales y conflicto en América Latina. Bs. As., CLACSO, 2004.
IRU: Publicación II Jornadas de Resistencia a la Ley de Educación Superior. Centro de Estudiantes de Arquitectura y Diseño – CEAD FADU UNL – Conducción IRU, 2005
Ponencia Agrupación IRU: La Verdecita. Un encuentro urbano entre la Universidad y el pueblo., V SIACOT – Seminario Iberoamericano de construcción con tierra, Mendoza, Argentina, 2006.
Ponencia Agrupación IRU: Extensión e Intención. De la formulación problema a la problematización de la formula. Encuentro De Universidades Latinoamericanas: "Hacia la construcción de un mayor compromiso social de las Universidades". Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, 2008.
[1] Nos referimos a los sucesos del 19 y 20 de diciembre del 2001, jornadas de intensa movilización en todo el país, en una consciente desobediencia civil ante el estado de sitio declarado por el gobierno, desatándose una brutal represión que cobró cientos de heridos y detenidos, que finaliza con la renuncia del presidente y el gobierno en su conjunto. La caída del gobierno y la crisis política abierta a partir de diciembre, que, entre otras cuestiones, se expresó en el devenir de cinco presidentes en menos de quince días, reflejan el colapso del régimen forjado a principios de la década de los noventa conocido bajo el nombre de la "convertibilidad", cristalización de un ciclo comenzado casi tres décadas atrás con el inicio de las políticas neoliberales en la Argentina.
[2] Clubes de trueque, comedores y huertas comunitarias, MTD´s, fábricas recuperadas, asambleas barriales y multisectoriales de todos los tipos, etc.
[3] Ley nº 24.521, dirigido expresamente por el Banco Mundial y FMI
[4] Centro de estudios Políticos y Sociales de Género.
[5] Mejoramiento en los barrios San José y 29 de Abril III de la ciudad de Santa Fe, por autoconstrucción y ayuda mutua.