LAS LETRAS DE TANGO COMO CONSTRUCTO DE VIDA URBANA

 

Investigadoras:

                            BRITO, Natalia

                            FARFÁN, Susana

                            HOMS, Irma del Carmen

                            JIMÉNEZ, Leticia

 

Ponencia presentada por Susana FARFÁN, en las XXX JORNADAS HISPÁNICAS Y DE AMÉRICA LATINA, Congreso Internacional: La ciudad y los imaginarios locales en las literaturas latinoamericanas, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile; 7, 8 y 9 de noviembre de 2007.
 

                                                   Aquí, donde los hombres se sientan y oyen sus mutuos quejidos;

                                                                  donde la parálisis agita algunas, tristes, últimas canas,

                                                    donde la juventud palidece, adelgaza como un espectro y muere;

                                                                      donde tan solo pensar es estar lleno de tristeza...

.                                                                                                     John Keats, Oda a un ruiseñor

 

Nuestro trabajo forma parte del proyecto denominado La universidad de la calle (UdelaC), que actualmente se desarrolla en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales  de la Universidad Nacional de Jujuy,  bajo la dirección del profesor Juan Magariños de Morentín. Su campo se inscribe en las ciencias de la cognición y dentro de ellas, en los procesos de la cognición social, que estudia los aspectos cognitivos que un sujeto desarrolla por fuera de las instituciones encargadas de la transmisión formal de conocimientos para su adaptación social, tales como la familia, las escuelas, las iglesias y otras similares. Los aprendizajes informales son los que le permiten a un sujeto planificar sus acciones a fin de lograr objetivos individuales, en ámbitos de interacción con otros sujetos a los que debe adaptarse y que, simultáneamente, le ofrecen modelos  de conductas a adoptar o desechar, en procesos independientes de aquellos modelos instituidos (Conte y Paolucci, 2001).

Para el análisis, hemos formado un corpus con letras de tango estrenadas entre las décadas del `20 y el `40 del siglo XX, lapso en  el que se consolidaba el proceso de urbanización de la ciudad de Buenos Aires. En este material encontramos una nutrida información sobre aprendizajes informales que se desarrollaron en esos espacios y en ese período histórico. En cada uno de los tópicos considerados, hemos presentado como ejemplo solo algunos de los tangos más conocidos, si bien esos temas son recurrentes en la producción del período.  

 

Tango e identidad

Las formas musicales populares que  arraigan y se incorporan a las representaciones de un grupo social como expresión de su pertenencia e identidad son, generalmente, el producto de un proceso de hibridación de aportes culturales subyacentes. El tango, como expresión representativa de unos aspectos de la vida ciudadana rioplatense, se encuadra en un proceso similar. Para este trabajo, consideramos el fenómeno como una construcción cultural que dio lugar a la aparición de representaciones, para diversas masas populares,  que se constituyeron en paradigmas de formas de existir en unos espacios y un tiempo que ubicamos en la ciudad de Buenos Aires entre las décadas del ´20 y el ´40 del siglo XX. 

En este trabajo tomamos como imaginario social a las semiosis que se manifiestan en el corpus y a las representaciones e interpretaciones de esos conjuntos de signos que tuvieron lugar en ese tiempo y en esos ámbitos determinados (Magariños de Morentín, 1996). En ese campo aparecen personajes en  interacción que sintetizan, simbólicamente, conocimientos compartidos, contrapuestos y valorativos,  producto de los intercambios sociales en unos medios históricamente ubicados. Tales discursos muestran una reducida serie de estereotipos humanos que enuncian esos procesos de interacción.

 

La ciudad

En todas las ciudades del mundo, un proceso de transformación hacia una moderna urbe capitalista es una fuente de inspiración para su literatura, que entra a reflejar la fascinación que esa dinámica de cambio ejerce sobre sus protagonistas y produce, a través de distintos géneros y estilos, una mitología urbana que la sociedad de su época asume como algo que la representa (Sebrelli, 1965). 

Producto de un proceso similar, el origen del tango arraiga en dos ciudades rioplatenses: Montevideo y Buenos Aires. Para el desarrollo de este trabajo hemos tomado como punto de referencia a Buenos Aires por considerarla el espacio simbólico de esas representaciones, ya que encontramos en ella los signos que dan cuenta del fenómeno  en análisis: las relaciones entre aprendizaje y ciudad y su expansión  a otros espacios culturales y geográficos que adoptaron aquella matriz rioplatense como modelo de identidad nacional.

En Buenos Aires, en el período anterior a este análisis, ya el abrumador aporte de la inmigración europea iniciada en el siglo XIX había empezado a ordenar las nuevas  áreas urbanas. Los primeros protagonistas de ese proceso se habían afincado en lugares marginales de la Buenos Aires post colonial y fueron diseñando un nuevo perfil de ciudad. Las metas de esos pioneros se dirigían hacia una superación social moderada, a lograr mediante el esfuerzo personal (Sebrelli, 1965).

El espacio íntimo original del que parte el protagonista de esta poética es el conventillo o convento,  la  casa de inquilinato donde las familias advenedizas se hacinaban y  convivían en condiciones precarias. En esta poesía se ofrecen numerosas alusiones a los conventillos, pero no se da cuenta de su vida cotidiana, que sí aparece en otros géneros como el sainete, la narrativa y el periodismo.

Los protagonistas de la poesía de los tangos de la época considerada fueron los descendientes de aquellos primeros pobladores inmigrantes y de los gauchos, hombres de campo, desplazados por la transformación de las explotaciones rurales de la llamada pampa húmeda. En la poesía tanguística de este período, la nueva generación osciló entre dos proposiciones  excluyentes de cuya verdad dependía su futuro: continuar con el empeño de los padres hacia una moderada superación social o incorporarse a unos espacios de goce inmediato. Los discursos que analizamos dan cuenta de esta última elección.

En el corpus seleccionado, ese proceso generacional tiene su origen en representaciones que aluden tangencialmente a unas relaciones familiares originales, que se infieren de módica satisfacción personal a obtener mediante el persistente esfuerzo. El personaje paradigmático de la poesía considerada se dirige a espacios ajenos a los de su origen, porque los percibe como superadores de la mediocridad de su presente doméstico.

 Estas poesías testimonian, de parte de la madre, un propósito de transmisión de conocimientos marcados por valores adecuados al orden constituido, acerca de cómo conducirse en la vida para ser una mujer o un hombre de bien (Sebrelli, 1965), que el protagonista, tardíamente, reconoce como los más sabios. Los contenidos de esas enseñanzas no se detallan, quedan como una posibilidad que se desechó y a la que, posteriormente, se le reconoce otro valor. El protagonista adoptó otros modelos de interacción social, fracasa y advierte sus errores.

Cuando el sujeto reconoce que los cánones domésticos no lo aproximan al objeto de su deseo, abandona su origen, se desprende del conventillo, del suburbio – los espacios sub urbis- para acceder a la calle en busca de otras pautas para sus interacciones (Mina, 2007). 

El arrabal, otro espacio simbólico del tango, no tiene una localización definida (Mina, 2007). Dice Sebrelli : A fines del siglo [XIX]), Buenos Aires tenía zonas ambiguas: el arrabal, las ‘orillas’, donde la ciudad se mezclaba con el campo y cuya caótica organización hacía difícil la individualización de sus habitantes, por lo que se convertían en refugios de los aventureros y fugitivos y les daba la atmósfera de un pueblo de frontera (1965 p.113).

El arrabal es una semiosis de relaciones, de representaciones y creencias de un orden diferente al de las proposiciones que los protagonistas del suburbio asumían para  alcanzar sus objetivos. Las formas de los intercambios sociales características del arrabal pueden encontrarse tanto en el suburbio recientemente advenido, como en los espacios de la ciudad abandonados por las clases pudientes en el siglo anterior o desarrollarse en el pleno centro de lo que se iba constituyendo como una metrópoli: esquinas, recovecos, bodegones o lugares reservados donde las prácticas marginales se superponían a los que estaban socialmente admitidas. El arrabal fue el espacio de la mala vida, de los sujetos que ordenaban su conducta al borde del delito, de la prostitución y del proxenetismo; de la marginalidad respecto de los proyectos de progreso y superación que las políticas oficiales proponían a los ciudadanos para la inserción del país en el sistema geopolítico de la época (Sebrelli, 1965).

En cambio, un espacio geográfico identificable es el centro, que representaba la localización urbana de la nueva ciudad en una grilla de calles y lugares definidos: los servicios, la banca, el comercio, el encuentro; los intercambios sociales conformes a las nuevas costumbres de las clases altas y que la clase media trataba de imitar de acuerdo con los modelos que la nueva disposición urbana proponía para la sociabilidad. (Sebrelli, 1965)

La calle es otro lugar simbólico del tango que tampoco se refiere a  un espacio urbano determinado; aparece como una forma de prácticas en la intersección del suburbio, el arrabal, el centro y las costumbres de cierta juventud de clase alta entregada al placer, que se convierten en modelo a imitar para el protagonista de estos tangos (Mina, 2007). La calle aparece como la representación de la posibilidad de una forma de interacción ajustada a valores opuestos a los suburbanos, ya que constituía un ámbito  para el hedonismo que se convirtió en el propósito del joven protagonista. La calle, como espacio que ofrecía los aprendizajes para actuar en comunidades de práctica (Wenger, 2001) que tenían como meta el placer, aparece contrapuesto al interior familiar originario. En la noche y en la calle el protagonista adquiere conocimientos más valorados que los que había recibido en su experiencia inicial, pero no logra darles una utilización en las edades que superan la juventud y acaba en la decepción, en el reconocimiento de haber adquirido conocimientos de poca utilidad para la proyección de su existencia. 

 

APRENDIZAJES Y CONOCIMIENTO

 La casa está en el barrio, en el suburbio o en el conventillo; representa el mundo añorado de la infancia y de la adolescencia, de los juegos y la protección afectiva, el espacio doméstico y su extensión inmediata, la clara pertenencia a una comunidad y también el espacio donde se inician y desarrollan los procesos cognitivos y la interacción con el entorno. La casa es el lugar de la madre, que cuida, educa y provee. En el tango hay numerosas remisiones la figura de esa madrecita buena, expresión frecuente en esta poesía, y al valor de las primeras enseñanzas, que al ser desechadas, llevan al hijo al fracaso y al arrepentimiento tardío. Esta estructura narrativa se reitera en numerosas obras, donde la originalidad queda a cargo del uso del lenguaje poético para referirse a una construcción dramática estereotipada.

Ejemplos de este desarrollo se encuentran en Consejo de oro, en el que el personaje le propone a un joven que abandone la vida disipada, vuelva al lado de su madre y la cuide porque es un tesoro; en estos versos, el protagonista, que de niño quedó sin padre, también menciona estrategias, como la mendicidad, aprendidas, para sobrevivir en la miseria de la infancia y los aprendizajes posteriores obtenidos en la calle, que culminaron con la traición de los amigos. En Carta brava, un hombre con experiencia en la calle, donde ha aprendido lo que es el bien y es el mal, aconseja a un joven que vuelva con sus padres, a la modesta casita del barrio; aquí ya no está la madre sola sino los viejos, el padre y la madre y el regreso no es al conventillo sino al barrio; en estas referencias se manifiestan los resultados de los procesos de urbanización, que fueron definiendo espacios habitacionales más estables que en los anteriores suburbios.

En La casita de mis viejos, un hombre vuelve cansado de los lejanos derroteros a los que lo llevaron sus veinte abriles, metáfora de la juventud, pero aunque se trata de alguien de clase acomodada, ya que lo recibe un viejo criado, la situación se presta para interpolarla a las experiencias similares atribuidas a los que abandonan el espacio íntimo original y vuelven.

Cayol, en Viejo rincón, describe a un sujeto que, desilusionado por el abandono de una mujer, vuelve al barrio donde sufre una nueva decepción: ya no está la madre, su casa es una ruina y desaparecieron los personajes que lo acompañaban antaño. Aquella separación fue la causa de su perdición,  porque lo que finalmente llegó a conocer lejos del barrio fue la traición de las mujeres. La vuelta al barrio, cuna de la infancia y de la honradez y la verificación de sus cambios, ya perdida la juventud, también se manifiesta dolorosamente en Almagro,  de I. Díaz.    

Un lugar emblemático de la calle es el boliche o cafetín, el bar, el café, propicio a las confesiones donde los hombres pasan el tiempo, comparten sus conflictos personales y desarrollan aprendizajes que facilitan el acceso a códigos que permiten determinar las conductas a imitar y a evitar (Conte y Paolucci, 2001). La representación más acabada de este espacio la da Enrique Santos Discépolo en Cafetín de Buenos Aires, al que en su primer verso caracteriza Como una escuela de todas las cosas. Discépolo señala el carácter iniciático  del cafetín, donde se incorporan las pautas de los intercambios íntimos entre varones. Allí los hombres se acercan sin recelos a sus confidencias y comparten la intimidad,  se aprende a aceptar las diversidades humanas; en su mezcla milagrosa de sabihondos y suicidas se valoran y sentimientos y la voz poética termina expresando su dolorosa conclusión existencial ¡... me entregué sin luchar! (Mina, 2007). En el espacio del cafetín la vida no se detiene simplemente en el goce del presente; en este tango se siente la queja, se ve la lucha por definir la identidad, se adquieren saberes para la interacción con el mundo que no son solo los del ascenso económico-social, por eso, el protagonista siente al cafetín como lo único en la vida que se pareció a su madre, la que marcaba el camino de las verdades para la interacción con el mundo.

 En muchos casos, desde esa soledad en que finalmente se encuentra el sujeto, habla de su profunda decepción y achaca su sufrimiento a la traición de los amigos, de los amores o de la sociedad en su conjunto, como en Las cuarenta,  en donde el protagonista muestra el desaliento de alguien, después de haber aprendido todo lo malo y todo lo bueno y saber del beso que se compra y del beso que se da, de conocer las amistades interesadas y admitir que el hombre recibe su valor por el dinero que posee.

 Los amigos, los muchachos, en algunos casos, son los acompañantes que facilitan el proceso de maduración social del sujeto y juegan el papel de confidentes de desdichas y reflexiones. Los amigos escuchan, ofrecen y reciben consejos e intercambian sus aprendizajes para una mejor adaptación al mundo, como aparece en numerosos tangos, algunos analizados aquí: A contramano, Cafetín de Buenos Aires, Carta brava, Consejo de oro, Barajando y otros.

La calle es también un espacio simbólico abarcador y codificado, desde el cafetín hasta el Hipódromo Nacional. Innumerables referencias a los espacios urbanos construyen una trama imaginaria que se constituye en soporte de orientación y pertenencia, de formas de intercambio, de encuentros, desencuentros y convergencias; así como en ella se despliega la diversión, también es una escuela para desempeñarse en la sociedad.

En los escenarios del tango se manifiestan dos representaciones opuestas: la madre y las otras mujeres. El lugar de la madre es la casa y el de las otras mujeres, los salones bailables, el cabaret, la calle. Los hombres, en el tango, aparecen como si tuvieran en su interior dos arquetipos de mujer: la santa y las putas (Mina, 2007). La madre idealizada es una construcción imaginaria: se la añora desde un pasado ligado a un paraíso perdido. Esa nostalgia arroja sobre la madre la siguiente mirada: Deje farras y milongas (...) Cuide mucho a su viejita, que la madre es un tesoro / Un tesoro que al perderlo otro igual no ha de encontrar... (Consejo de oro), que es la propuesta que le hace un sujeto con experiencia a un joven inexperto.

Es notable la presencia de las otras mujeres en los tangos; mujeres de cabaret que malgastan su juventud y pagan con traiciones. La aceptación social de la prostitución generaba hombres escindidos en cuanto a su concepción de la mujer, que mantenían en campos separados, respecto del género, los sentimientos afectivos y el ejercicio de la sexualidad. Son tan numerosas las muestras de esta estructura en las letras de los tangos, que este trabajo no permite un tratamiento más minucioso para analizar sus matices, que no son tantos, porque se trata de representaciones asumidas como arquetipos.

 

LA CIUDAD COMO ESCUELA DE LA VIDA

En la UdelaC hemos identificado los conocimientos que se aprenden en la calle como diferenciados de los que ofrecen las instituciones responsables de la transmisión del saber social formalmente asumidos, aunque la cognición social se desarrolla en todos los ámbitos de encuentro de agentes sociales en interacción. En ese marco, hemos encontrado que en la poesía de los tangos hay numerosas referencias a los aprendizajes para la adaptación de un sujeto a nuevos espacios sociales. El proceso no siempre está expuesto, pero muestra sus resultados y valoraciones individuales y morales. En las ricas semiosis de esa poesía aparecen  escenarios de comunidades de práctica donde los personajes construyen su identidad en ámbitos definidos en su contexto histórico.

En la ciudad, el sujeto aprehende estrategias cognitivas para su inserción a nuevos medios de interacción, en busca de las representaciones e interpretaciones que requiere ese proceso de adaptación, en sustitución de las asumidas en los espacios domésticos originales. Los aprendizajes anteriores del sujeto entran en conflicto cuando se incorpora, física y simbólicamente, a las nuevas comunidades de práctica que ofrece la ciudad como espacio de interacciones sociales distinto del ambiente del original.

Esta poesía puede considerarse un constructo que representa e interpreta prácticas sociales rescatadas líricamente en las semiosis que despliega, donde convergen un sujeto en posición cognitiva, sus representaciones y la ciudad, en un tiempo histórico.

 

 


 

LETRAS DE TANGO CONSIDERADAS

 

Título                                                Autor                                                          Año de estreno

A la gran muñeca                        Miguel Osés                                                             1919

Acquaforte,                                  Juan Carlos Marambio Catán                                 1931

Almagro                                       Ivan Díaz                                                                   1930

Aquellas farras                             Luis Rubinstein                                                       1930

Así es el tango                             Edgardo Donato                                                       1937

Bailarín compadrito                     Miguel Eusebio Bausino                                        1929

Barajando                                     Eduardo Escariz Méndez                                      1928

Barrio de tango                             Homero Manzi                                                        1942

Boedo                                            Dante A. Linyera                                                     1928

Canchero                                      Celedonio Flores                                                     1930

Carne de cabaret                           Luis Roldán                                                             1920

Carta Brava                                  Celedonio Flores                                                     1927

Che, papusa, oí                              Enrique Cadícamo                                                 1927

Chirusa                                         Nolo López                                                             1928

Consejo de oro                               Arquímides Arci                                                    1933

Cuando volverás                           José Horacio Staffolani                                          1927

Dios te salve  m’hijo                       Luis Acosta García                                               1933

El bulin de la calle Ayacucho         Celedonio Flores                                                  1923

El poncho del amor                         Alberto Bacarezza                                                1927

El temblor                                       Pintin Castellanos                                                1938

El vino triste                                   Manuel Romero                                                    1939 

Farolito viejo                                  Eneas Riú                                                               1927

Garufa                                             Roberto Fontaina y Víctor Soliño                     1928

La canción de Buenos Aires            Manuel Romano                                                 1932

La copa del olvido                            Alberto Bacarezza                                               1921

La cumparsita                                 Gerardo H. Matos Rodríguez                            1927

La novena                                           Alfredo Bigeschi                                               1933

Las cuarenta                                       Froilán Garrido                                                 1937

Las vueltas que da la vida                   Manuel Romero                                               1928

Llevátelo todo                                     Rodolfo Sciammarella                                      1928

Loca                                                   Antonio Martínez Viérgol                                1922

Mala junta                                          Juan Manuel Velich                                         1928

Maldonado                                         Alberto Vacarezza                                             1928          

Mamita                                              Francisco Bohigas                                              1929

Mano cruel                                       Armando jorge Trellini                                      1928

Marchetta                                           Pascual Contursi                                               1926  

Marionetas                                         Armando Jorge Tagini                                     1927

Melodía de arrabal                              Alfredo Le  Pera                                               1932

Mi Buenos Aires querido                    Alfredo Le Pera                                                1934

Milonguita                                         Samuel  Linning                                                1920

Muchacho del cafetín                         Homero Manzi                                                  1935

No salgas de tu barrio                        J. Rodríguez Bustamante                                1927

Noches de Colón                                Roberto L. Cayol                                               1926

Nubes de humo                                   Manuel Romero                                               1923

Oro muerto                                        Julio Navarrine                                                  1926

Pancho, ¡comprate un rancho!          Alfonso Tagler Lara                                          1928

Pero yo sé...                                       Azucena Maizani                                               1928

Pinta brava                                        Mariano Battistella                                            1928

Pobre milonga                                    Manuel Romero                                                1923

Puente Alsina                                    Benjamín Tagle Lara                                        1926

Recostado en un farol                         Ismael R. Aguilar                                             1928

Seguí mi consejo                                Enrique Trongé                                                 1928

Sentimiento gaucho                            Rafael Canaro                                                   1924

Sur                                                     Homero Manzi                                                 1948

Tinta roja                                           Cátulo Castillo                                                 1941

Tomo y obligo                                  Manuel Romero                                                1931

Tortazos                                           Enrique P. Maroni                                            1930

Tres esquinas                                   Enrique Cadícamo                                            1941

Uno y uno                                        Lorenzo Juan Traverso                                    1929

Valsecito de antes                           Homero  Manzi                                                  1929

Ventanita de arrabal                       Pascual Contursi                                               1927

Viejo rincón                                    Roberto L. Cayol                                                1925

Zorro gris                                       Francisco García Jiménez                                  1920


 

 

BIBLIOGRAFÍA 

 

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